La casa, lo íntimo, lo secreto.

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Mattijn Franssen
"...Yo diría que la primera arquitectura nació porque, inclusive vacía de todo, para el hombre, nuestra tierra estaba ya habitada por una mirada. Esto no procede de ninguna visión paranoica del mundo, o religiosa, o sobrenatural, se trata solamente de poner en marcha una suposición fundamental, de que no podemos deshacernos cada uno de nosotros y es que hay algo que nos mira. Los animales no suponen la existencia de una mirada, en ocasiones la sienten, la adivinan, pero la suposición no pertenece más que a los seres hablantes - el Hombre es el único animal que supone -. Hay algo de irreductible (irreducible) en esta suposición de una mirada otra. Es como decir que antes de ver somos seres mirados. [...] Para situar esto mejor en las coordenadas analíticas, digamos que estamos siempre un poco encuadrados en la ventana del fantasma del Otro, con todo lo que eso sugiere de incomodidad, de molestia o de angustia. Es un hecho que cada uno puede experimentar que, cuando alguien se siente bajo una mirada, bajo una mirada no atribuible, se trata rara vez de una mirada acogedora, condescendiente, amable: siempre algo hay allí de inquietante. Todo esto puede en el fondo concentrarse en un principio muy simple. A saber, que si siguiendo el hilo de este pensamiento mítico, de un nacimiento común de la humanidad y de la arquitectura, yo debiera definir lo que son sus fundamentos, diría que todo se circunscribe finalmente a lo siguiente: que no hay espacio puro, desnudo, o espacio vacío, o virgen. Un espacio vacío es un espacio habitado por la mirada. Hay que entender que aquí se trata de una verdad para el hombre, único animal que supone que hay, más allá de lo visible, algo que lo mira. Lacan facilitó la estructura, atea, de la mirada dialéctica de lo visible y del más allá, en su comentario del célebre apólogo antiguo de Zeuxis y Parrbasios, extraído de Plinio (Plinio historia natural XXXV, La Pintura Lacan Seminario 11 cap.9). Esta suposición esencial de la mirada otra, le da también una función fundamental a la arquitectura. Porque esto significa que construir, antes inclusive de proteger la vida y socializar un espacio, es pura y simplemente crear opacidad,sombra. Quiero decir que en este punto la arquitectura no humaniza un espacio, instaura la humanidad en tanto tal, dándole al hombre la posibilidad de la sombra y con ésta la del secreto[...].
LA CASA, LO ÍNTIMO, LO SECRETO. GÉRARD WACJMAN

Laberintos.

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Michelángelo Pistolleto
"Según Diel, el laberinto simboliza el inconsciente, el error y el alejamiento de la fuente de vida. Elíade señala que la misión esencial del laberinto era defender el centro, es decir el acceso iniciático de la sacralidad, la inmortalidad y la realidad absoluta [...]"
Diccionario de símbolos- Cirlot Eduardo

Preguntar...

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Michelangelo Pistolleto
¿Y si esos laberintos imaginados y creados no fueran más que una proyección de nuestra propia alma aprisionada en un cuerpo? O una forma de consuelo: creer que es posible atravesar nuestros muros imaginarios e introducirnos, sin límites, en otros laberintos… O, mejor, ¿no será que nuestra existencia lleva en sí la forma errática del laberinto, y que no somos más que eternos vagabundos buscando la salida?
Andrea Villar

Corina Toledo ( Chile- Alemania - Odisea)

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"cambio climático" o el sistema cerrado de nuestro habitat
"titanic" o la decadencia del progreso

"Habitar la patagonia" - Sensación "dérmica"

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Sensación "dérmica"
El "habitar" el suelo patagónico deja "huellas" en la piel, especialmente, luego de vivir este espacio geográfico con un viento furioso. Gastón Bachelard, en El Aire y los Sueños ,dice :" El viento, en su exceso, es la cólera que está en todos lados y en ninguna parte, que nace y renace de sí misma, que gira y se revuelca. El viento amenaza y ulula, pero sólo toma forma cuando encuentra polvo: visible, se convierte en triste miseria".

La ciudad - Borges

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Motoi Yamamoto
"Todas las ciudades medievales o las medinas árabes tienen los elementos que caracterizan un laberinto: calles curvadas, callejones sin salida y perspectivas truncadas.[...]. A este tipo de ciudad se refiere Borges en el cuento " Abejacan el Bojarí muerto en su laberinto", como el mejor laberinto que los hombres puedan construir , porque no ha sido edificado por un solo hombre según un plan, sino por generaciones sucesivas que lo contraponen al vacío exterior, al campo abierto. Se constituye así la ciudad como un laberinto que sirve al hombre como defensa frente a cualquier agresión de la naturaleza y por extensión, frente al laberinto del universo. En muchos" relatos, Borges contrapone dos laberintos, el realizado por los dioses, el universo, y el concebido por los hombres, la ciudad, diseñada para defenderse o para confundir a otros hombres y en ese acto usurpar lo que sólo es propio de los dioses, la creación".
Borges y la Arquitectura- Cristina Grau (Ensayos Arte- Cátedra)

Rem Koolhass - La Ciudad Genérica.

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Motoi Yamamoto

LA CIUDAD GENÉRICA

1. Introducción

1.1. ¿Es la ciudad contemporánea como un aeropuerto contemporáneo-"todo lo mismo"? ¿Es posible teorizar sobre esta convergencia?.Y si es posible, ¿a qué configuración última aspira? La convergencia sólo es posible al precio de despojarse de la identidad. Algo que normalmente se considera una pérdida. Pero a la escala a la que ocurre, debe significar algo.¿Cuales son las desventajas de la identidad, e inversamente, cuales son las ventajas de su ausencia? ¿Qué ocurriría si esta aparentemente accidental -y usualmente bienvenida- homogeneización fuera un proceso intencionado, un movimiento consciente desde la diferencia hacia la similitud? ¿Qué ocurriría si fuéramos testigos de un movimiento global de liberación: "¡abajo con lo característico!"? ¿Qué quedará cuando se sustraiga la identidad? ¿Lo genérico?

1.2. Se ha extendido que la identidad deriva de la sustancia física, de lo histórico, delcontexto, de lo real, no podemos imaginar que algo contemporáneo-hecho por nosotros-contribuya a ello. Pero el hecho es que el exponencial crecimiento humano implica que el pasado, en algún momento, se quedará demasiado pequeño para ser habitado y compartido por los que lo viven. Nosotros mismos lo estamos extenuando. Por extensión la historia encuentra su depósito en la arquitectura, las actuales cifras de población inevitablemente explosionarán y agotarán la sustancia previa. La identidad concebida como esta forma de compartir el pasado es un concepto perdido: no solo hay -en un modelo de continua expansión demográfica- proporcionalmente cada vez menos que compartir, sino que la historia también tiene su lado odioso- y cuanto más abusivo, más insignificante- hasta el punto en que su disminuido reparto se convierte en algo insultante. Este pensamiento se ve exacerbado por el constante incremento de masas de turistas, una avalancha que, en una perpetua búsqueda de "carácter", machaca identidades fantásticas hasta convertirlas en basura sin sentido.

1.3. La identidad es como una ratonera en la que cada vez más y más ratones tienen que compartir el cebo original, que inspeccionado de cerca, puede llevar vacío siglos. La identidad mientras más fuerte, más acorralada, más se resiste a la expansión, la interpretación, la renovación o la contradicción. La identidad se convierte en un faro fijo, predeterminado: puede cambiar su posición o el mensaje que emite sólo a costa de desestabilizar la navegación. (Paris sólo puede ser mas parisina -está de hecho en el camino de convertirse en un Hiper-Paris, una caricatura pulida. Hay excepciones: Londres -cuya única identidad es la carencia de una clara identidad- está convirtiéndose perpetuamente en menos Londres, más abierto, menos estático.)

1.4. La identidad centraliza; insiste en una esencia. Su tragedia se produce en simples términos geométricos. Al mismo tiempo que la esfera de influencia se expande, el área caracterizada como centro se convierte en más y más grande, diluyendo desesperanzadoramente la fuerza y la autoridad de su corazón; inevitablemente la distancia entre el centro y la circunferencia aumenta hasta el punto de ruptura. Desde esta perspectiva el reciente, aunque tardío, descubrimiento de la periferia como una zona de valor potencial –una suerte de condición pre-histórica que por fin se valora, despertando la atención arquitectónica- no es más que una insistencia disfrazada en la prioritaria dependencia del centro: sin centro, no hay periferia; el interés por aquel compensa presumiblemente el vacío de ésta. Conceptualmente huérfana, la condición de la periferia empeora por el hecho de que su madre sigue viva, robándole protagonismo, enfatizando su repudiada descendencia. Las últimas señales emitidas por su exhausto centro impiden la lectura de la periferia como una masa crítica. El centro por definición no sólo es demasiado pequeño para desarrollar las obligaciones que tiene asignadas, sino que tampoco seguirá siendo el centro real, es un espejismo camino de su implosión; de hecho su ilusoria presencia niega su legitimidad al resto de la ciudad. (Manhattan denigra como "gente de puente y túnel" a aquellos que necesitan de un soporte infraestructural para acceder a la ciudad, y les hace pagar por ello.) La persistencia de la actual obsesión concéntrica nos convierte a todos en "gente de puente y túnel", ciudadanos de segunda clase en nuestra civilización, desacreditados por la estúpida coincidencia de nuestro exilio colectivo del centro.

1.5. En nuestra programación concéntrica (el autor pasó parte de su juventud en Amsterdam, el colmo de la centralidad) la insistencia en el centro como corazón que alberga todo el valor y el sentido, fuente de todo significado, es doblemente destructiva -no sólo porque el volumen siempre creciente de dependencias provoca una tensión intolerable, sino también porque significa que el centro ha de ser constantemente "mantenido", es decir, modernizado.Como "el lugar más importante" tiene que ser paradójicamente, al mismo tiempo lo más antiguo y lo más nuevo, lo mas fijo y lo más dinámico; se somete a la más intensa y constante adaptación, que luego se ve comprometida y complicada por el hecho de que debe ser una transformación silenciosa, invisible a simple vista. (La ciudad de Zurich ha encontrado la solución más radical y costosa al transformarse en cierta clase de arqueología inversa: bajo el centro se construyen nuevas capas de modernidad -centros comerciales, aparcamientos, bancos, cámaras acorazadas, laboratorios. El centro ya no se expande hacia el exterior o hacia el cielo, sino hacia el propio centro de la tierra.) Desde la inserción de arterias de tráfico más o menos discretas, circunvalaciones, túneles subterráneos, la construcción de cada vez más tangencialidades, a la rutinaria transformación de viviendas en oficinas, almacenes en lofts, iglesias abandonadas en nightclubs, de las bancarrotas en serie y las subsiguientes reaperturas en recintos comerciales cada vez más caros, a la incesante conversión de espacio útil en espacio "público", peatonalización, la creación de nuevos parques, implantando, conectando, exponiendo, la sistemática restauración de mediocridad histórica, toda autenticidad es cruelmente eliminada.

1.6. La Ciudad Genérica es la ciudad liberada del cautiverio del centro, de la camisa de fuerza de la identidad. La Ciudad Genérica rompe con este destructivo ciclo de dependencia: no es sino el reflejo de las necesidades y aptitudes del presente. Es la ciudad sin historia. Es suficientemente grande para todos. Es fácil. No necesita mantenimiento. Si se vuelve muy pequeña simplemente se expande. Si se vuelve vieja simplemente se autodestruye y renueva. Es igualmente excitante -o no- en cualquier sitio. Es "superficial" – como un estudio de Hollywood, puede producir una nueva identidad cada lunes por la mañana-.

Texto completo

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Marc Augé - Los No-Lugares

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Motoi Yamamoto

Los no-lugares

[...]Para la antropología, el lugar es un espacio fuertemente simbolizado, es decir, que es un espacio en el cual podemos leer en parte o en su totalidad la identidad de los que lo ocupan, las relaciones que mantienen y la historia que comparten. Tenemos todos una idea, una intuición o un recuerdo del lugar entendido de esta manera. Es, por ejemplo, el recuerdo del pueblo familiar donde pasábamos las vaca-ciones o también un recuerdo literario. Pienso en Combray (Combray-Iliers) de Proust y en el conocimiento que Francoise, la sirvienta de la familia del narrador, tiene de todos sus habitantes: después de una minuciosa observación de los espa-cios prácticamente asignados a cada uno en el espacio aldeano, y hasta en la iglesia, ella le da un sentido al más ínfimo desplazamiento de cualquiera. El lugar, en este sentido, para usar una expresión del filósofo Vincente Descombes en su libro sobre Proust, es también un “territorio retórico”, es decir, un espacio en donde cada uno se reconoce en el idioma del otro, y hasta en los silencios: en donde nos entendemos con medias palabras. Es, en resumen, un universo de reconocimiento, donde cada uno conoce su sitio y el de los otros, un conjunto de puntos de referencias espaciales, sociales e históricos: todos los que se reconocen en ellos tienen algo en común, comparten algo, independientemente de la desigualdad de sus respectivas situaciones. La vida, la vida individual, no es necesariamente fácil en un lugar tal; tiene sentido pero carece de libertad, y por eso se concibe que en distintos países y en distintas épocas el paso de la aldea a la ciudad haya podido ser vivido como una liberación.

Los antropólogos estudiaron tales lugares. “Desde la aparición del lenguaje, escribió L.S., hizo falta que el universo significara”. Hizo falta, en otros términos, reconocerse en el universo antes de conocer algo, ordenar y simbolizar el espacio y el tiempo para dominar las relaciones humanas. Entre paréntesis, y a pesar de los progresos fantásticos de la ciencia, este diálogo entre sentido y conocimiento, entre simbolismo y saber no está a punto de desaparecer, ya que las relaciones entre hu-manos no pueden depender enteramente de la ciencia o del saber. Así, pues, los antropólogos estudiaron, en las sociedades que llamamos tradicionales, cómo la iden-tidad, las relaciones sociales y la historia se inscribían en el espacio.

En África, como en Asia, en Oceanía o en América, ni la distribución de las aldeas ni las pautas de residencia, ni tampoco las fronteras entre lo profano y lo sagrado están dejadas al azar. No nacemos dondequiera, no vivimos en cualquier lugar (y hemos inventado palabras sabias para referirnos a la residencia en casa del padre, de la madre, del tío, del marido o de la mujer: patrilocalidad, matrilocalidad, avuncolocalidad, virilocalidad o uxorilocalidad). Incluso las poblaciones nómadas tienen una relación muy codificada con el espacio. Así, los Tuaregs no sólo tienen, naturalmente, itinerarios fijos y señalizados sino que también, en cada una de sus paradas, las tiendas de campaña son distribuidas en un orden determinado. Esta preocupación por dar sentido al espacio en términos sociales puede también aplicarse a la casa.Jean-Pierre Vernant nos ha recordado que los griegos de la época clásica distinguían el hogar, centro de la morada y asiento femenino de Hestía, del umbral espacio de Hermes, zona masculina y abierta al exterior. El cuerpo mismo en algunas culturas está considerado como un receptáculo de ciertas presencias an-cestrales y se divide (es el caso en ciertas culturas del Sur de Togo y de Benin) en zonas, objeto de curas especiales o de ofrendas específicas.

Así, al definir el lugar como un espacio en donde se pueden leer la identidad, la relación y la historia, propuse llamar no-lugares a los espacios donde esta lectura no era posible. Estos espacios, cada día más numerosos, son:

· Los espacios de circulación: autopistas, áreas de servicios en las gasolineras, aeropuertos, vías aéreas… · Los espacios de consumo: super e hypermercados, cadenas hoteleras. · Los espacios de la comunicación: pantallas, cables, ondas con apariencia a veces inmateriales.

Podemos pensar, por lo menos en un primer nivel de análisis, que estos nuevos espacios no son lugares donde se inscriben relaciones sociales duraderas. Sería, por ejemplo, muy difícil hacer un análisis en términos durkheimianos de una sala de espera de Roissy: salvo excepción, por suerte siempre posible, los individuos se mueven sin relacionarse, ni negociar nada, pero obedecen a un cierto número de pautas y de códigos que les permiten guiarse, cada uno por su lado. En la autopista, sólo veo del que me adelanta un perfil impasible, una mirada paralela, y luego cuando lo tengo delante el pequeño intermitente rojo que encendió casi sin pensarlo.

Estos no-lugares se yuxtaponen, se encajan y por eso tienden a parecerse: los aeropuertos se parecen a los supermercados, miramos la televisión en los aviones, escuchamos las noticias llenando el depósito de nuestro coche en las gasolineras que se parecen, cada vez más, también a los supermercados. Mi tarjeta de crédito me proporciona puntos que puedo convertir en billetes de avión, etcétera. En la so-ledad de los no-lugares puedo sentirme un instante liberado del peso de las relaciones, en el caso de haber olvidado el teléfono móvil. Este paréntesis tiene un per-fume de inocencia (en francés se puede jugar con la palabra “no-lugares”), pero no nos imaginamos que pueda prolongarse más allá de unas horas. La versión negra de los no-lugares serían los espacios de tránsito donde nos eternizamos, los campos de refugiados, todos estos campos de fortuna que reciben una asistencia humanitaria, y donde los lugares intentan recomponerse.

Los no-lugares, entonces, tienen una existencia empírica y algunos geógra-fos, demógrafos, urbanistas o arquitectos describen la extensión urbana actual co-mo suscitando espacios que, si se retiene la definición que propuse, son verdaderos no-lugares. Hervé Le Bras, en su libro La planète au village [El planeta en la aldea], destaca que vivimos una era de extensión urbana tan desarrollada que hace estallar los límites de la antigua ciudad: un tejido más o menos desorganizado se despliega a lo largo de las vías de comunicación, de los ríos y de las costas. Habla en este contexto de “filamentos urbanos” y toma como ejemplo a la red urbana que se extiende sin interrupción de Manchester a la llanura del Pô, y a la cual los geó-grafos dieron el nombre de “banana azul” para describir la dispersión tan peculiar que se ve en las fotografías tomadas de noche por los satélites. Augustin Berque, en su libro Du geste à la cité [Del gesto a la ciudad], demostró como la ciudad de To-kio perdió su inscripción en el paisaje mientras desaparecían también sus lugares de sociabilidad interna. Hasta hace poco, uno de los elementos del gran paisaje (el Monte Fuji o el mar) se percibía siempre desde cualquier calle. Pero la construc-ción de grandes edificios suprimió estos puntos de vista. Por otro lado, las últimas callejuelas o callejones sin salida que creaban lugares de encuentro, de intercambio y de charlas, alrededor de los talleres y de los colmados, desaparecían bajo el efecto de la misma transformación.

El arquitecto Rem Koolhass propuso la expresión de “ciudad genérica” para designar el modelo uniforme de las ciudades que se encuentran hoy en día por do-quier en el planeta.[...].

Es necesario aclarar que la oposición entre lugares y no-lugares es relativa. Varía según los momentos, las funciones y los usos. Según los momentos: un esta-dio, un monumento histórico, un parque, ciertos barrios de París no tienen ni el mismo cariz, ni el mismo significado de día o de noche, en las horas de apertura y cuando están casi desiertos. Es obvio. Pero observamos también que los espacios construidos con una finalidad concreta pueden ver sus funciones cambiadas o adaptadas. Algunos grandes centros comerciales de las periferias urbanas, por ejemplo, se han convertido en puntos de encuentro para los jóvenes que han sido atraídos, sin duda, por los tipos de productos que se pueden ver (televisión, ordena-dores, etcétera, que son el medio de acceso actual al vasto mundo); pero, más aún, empujados por la fuerza de la costumbre y la necesidad de volver a encontrase en un lugar en donde se reconocen. Finalmente, está claro que es también el uso lo que hace el lugar o el no-lugar: el viajero de paso no tiene la misma relación con el es-pacio del aeropuerto que el empleado que trabaja allí cada día, que encuentra a sus colegas y pasa en él una parte importante de su vida.

La definición del espacio está, en consecuencia, en función de los que viven en él. En una tesis que dio lugar a un libro, Coeur de Banlieue [Corazón de subur-bio], uno de mis antiguos estudiantes describió cómo en Courneuve, en la ciudad de los 4000, los más jóvenes (entre 10 y 16 años) constituían bandas que se apropia-ban del territorio de su ciudad, lo defendían eventualmente contra otras bandas y hacían cumplir a los nuevos miembros unos ritos iniciáticos que siempre estaban relacionados con el dominio lúdico y simbólico del lugar. En este caso deberíamos hablar, más bien, de superlocalización. En la televisión, en directo, hasta vimos a adultos llorar delante del espectáculo del derrumbamiento de las “barras” (grandes edificios de los suburbios), en las cuales habían vivido. Si bien estos grandes gru-pos de vivienda podían parecer deplorables a los observadores foráneos, para otros habían sido, mal que bien, un lugar de vida.

La superlocalización puede ser vinculada a fenómenos de exclusión o de marginación. Sabemos que los jóvenes de los suburbios “se precipitan” sobre París el sábado por la noche, y más precisamente a ciertos barrios ¾la Bastille, le Fo-rum des Halles, Les Champs Elysées, que, sin duda, les parecen condensar la quintaesencia del “espectáculo” urbano y donde tienen la oportunidad de ver, y eventualmente, de experimentar los aparatos que dan acceso al mundo de la infor-mación y de la imagen. Tal vez vamos hoy en día a ver de los escaparates de las tiendas de televisores y de ordenadores como íbamos antes, en mi pueblo bretón, a la orilla del mar para soñar con partidas y viajes. El “fuera del lugar” de una ciudad, la capital, de la cual sólo son captados por definición sus reflejos, sería la contra-partida del “super-lugar” de la metrópoli.

Al hablar del espacio estamos naturalmente inducidos a hablar de la mirada, no sin identificar, a este respecto, un peligro, un riesgo. Toda superlocalización conlleva el peligro de ignorar a los otros, los del exterior inmediato, de desimbolizar, en este sentido, la relación social, y, más aún, de obviarla por tener sólo acceso, a través de las imágenes, aun mundo soñado o fantaseado. Lejos de reservar este riesgo sólo a nuestros suburbios, pienso que es el riesgo de todos en distintos gra-dos. Pero la aparición en algunos continentes de barrios privados, hasta ciudades privadas, y en todas las grandes ciudades del mundo de edificios superprotegidos con sus puentes levadizos electrónicos, demuestra que para muchos, lo que llama-mos la planetarización, corresponde a un intento contradictorio, y en ciertos aspec-tos un poco irrisorio, de conciliar el repliegue del cuerpo al abrigo de fronteras estrechas y el vagabundeo de la mirada a través de las imágenes del mundo o el mun-do de las imágenes: ¿no es, después de todo, la actitud del que se duerme en el hue-co de su cama para soñar con lo vivido el día anterior?

Sobremodernidad. Del mundo de hoy al mundo de mañana. Marc Augé Fuente:http://caosmosis.acracia.net/?p=769

Aquí - Paul Celan

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Aquí Aquí - quiere decir aquí, donde la flor del cerezo pretende ser mas negra que allí Aquí - quiere decir esta mano que le ayuda a serlo. Aquí- quiere decir aquel barco en que remonté la corriente de arena; amarrado yace en el sueño que tú esparciste. Aquí - quiere decir un hombre al que conozco. su sien es blanca como la braza que se apagó. Me estrelló su vaso en la frente y vino, pasado un año, a besar la cicatriz Echó la maldición y la bendición y no volvió a hablar desde entonces. Aquí - quiere decir esta ciudad gobernada por ti y por la nube desde tus tardes. PAUL CELAN* - Aquí - en De Umbral a umbral *Paul Celan (Czernowitz, Rumanía, 23 de octubre de 1920 - París, 20 de abril de 1970) fue un poeta alemán de origen judío rumano y habla alemana, considerado por la crítica el más grande lírico en alemán de la segunda posguerra.

Planeo

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....Como si planease en el aire que me llama, Y como si tuviera un alma hecha con plumas de pájaros.
Victor Hugo

Horizonte: silenciosa memoria del origen parabólico del mundo.

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En la línea trazada de un extremo a otro del planeta están reunidos todos los desiertos, agrupados, puestos en hilera para significar tanto la "partida" como la "llegada", el trayecto ortodrómico que ilustra esa perfección lineal del camino más corto de un punto al otro... Sobre la Tierra de los vivos, el desierto no es más que una línea, línea de cresta de su redondez o línea de sombra de su luminosidad, TERMINAL del día que fabrica TIEMPO: el tiempo local de la historia de la humanidad. Impulsada por la rotación del globo, la línea de horizonte no deja de huir. Por encima de las colinas, salta a la llanura hasta el litoral, donde franquea el límite de la tierra emergida. Aquí el desierto es tan sólo una carrera, la precipitación del trayecto de un cuerpo celeste en movimiento en el Universo.El "desierto de lo pleno" es un viaje al vacío que transporta la vida. Sí, según el geofísico, "el espacio es aquello que impide que todo esté en el mismo lugar", comprimido en la densidad de un planeta suspendido sobre un abismo, la línea de horizonte es un fenómeno en expansión, la silenciosa memoria del origen parabólico del mundo. De hecho, el horizonte es el litoral de las apariencias: allí donde la hidrósfera exhibe su curvatura oceánica, la litosfera expone sus cumbres. En cuanto a la atmósfera, para esperar percibir el límite orbital hace falta adquirir ese poder de propulsión que nos arranca de la atracción gravitacional. Así, tras el crepúsculo, de la línea de sombra que separa la noche del día, surge entonces la última frontera entre el desierto de lo pleno y el vacío cósmico; ese crepúsculo de lo lugares en el que desaparecen, una por una, todas las referencias de posición y de composición de las velocidades aparentes. [...]El desierto no es finalmente , más que la planta baja de la medida del mundo. No hay desertificación sin ese trazo que se extiende tanto sobre la tierra como en el cielo, incluso al ras del agua[...].
Paul Virilio. Ciudad Pánico, El crepúsulo de los lugares.

Horizonte ?

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El desierto es subsistencia, el desierto es coincidencia entre el comienzo y el fin. Aquí, la ruina no es tanto la descomposición de las tierras fértiles, la salinidad del suelo, como la progresiva reducción de las dimensiones que componen la geóesfera, ese "tamaño natural" de los elementos minerales y vegetales del astro que nos transporta. De hecho, la lenta miniaturización de las proporciones del hábitat terrestre a causa de la aceleración permanente de todos los trayectos es una forma insidiosa de la desertificación del mundo, una forma generalmente percibida como un "progreso" a la vez técnico y político que acercaría a los hombres, a las culturas lejanas, reduciendo a nada o casi nada, las distancias, las demoras... Extraña paradoja de un ENCARCELAMIENTO feliz y beneficioso qué solo tiene sentido con la expresa condición de entrever aquí la preparación del éxodo "extraterrestre" de la humanidad, el salto al vacío de la nada celeste: primero gracias a la aeronáutica y, finalmente, a la astronáutica. [...]Así como la plomada es el indicio de la gravedad, de la caída de los cuerpos, el horizonte despejado es el nivel de proyección ultra-mundo. Al respecto Ernst Jünger dice: " un vértigo horizontal se desata en mí, que como el otro de caer me incita a correr, a arrastrarme hacia allí hasta perderme de vista". Entre la pérdida de vista y la pérdida de suelo en el despegue o el éxodo astrofísico no hay más que un paso, o, más exactamente, una plataforma de lanzamiento a franquear. Finalmente la línea de horizonte es la señal apocalíptica de todos los desiertos: desierto de agua del mar, desierto de tierra o desierto de aire de la atmósfera que rodea al planeta y lo hace habitable[...].
Paúl Virilio. El crepúsculo de los lugares. Ciudad Pánico.

Obra de imaginación.

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El desierto invita a la conquista, al errar, al refugio solitario, al peregrinaje místico, y cada una de estas vías abre la puerta a paisajes imaginarios, a geografías simbólicas, que devienen algo más que soportes a nuestro modo de vida, a nuestros modos de ser. Nuestras imágenes del desierto no son construcciones gratuitas o estéticas, son mediaciones existenciales que inauguran lazos al sí y al mundo, incluso al Ser; la imaginación a la conquista de un absoluto tiene necesidad de paisajes y los paisajes no viven para nosotros más que a través de ritos iniciáticos que permiten darles sentido. El imaginario del desierto y, por tanto de la naturaleza, aparece como un tertium quid, que, por un lado, se apoya en la inmovilidad de los zócalos geológicos acumulados por la historia del mundo y, por el otro, toma fundamento en el rico espesor de nuestras imágenes interiores, que estructuran nuestro ser. [...] Se confirma que la imaginación del espacio es potencialmente creadora de sentido. No sólo de obras salidas del genio creador de algunas imaginaciones sobreactivas, sino incluso creadoras " a ras de tierra" por decir así, de lo que funda nuestra relación inmediata, vivida, pre-flexiva del mundo, rostros de la tierra que ocupamos o paisajes que atravesamos. Sentirse en armonía con un lugar o, inversamente, sentir su opresión, sobre las rutas del mundo o en un refugio solitario, enfatiza una obra de imaginación, una metamorfosis de las formas en el espacio donde se enredan lo objetivo y lo subjetivo, lo físico y lo psíquico. Y es,tal vez, de esa alquimia, de esa lente descubridora de potencias imaginales donde pueden surgir las condiciones de un equilibrio ecológico, de una felicidad de habitar el espacio.
Jean Jacques Wunenburger. La vida de las imágenes.

El desierto se ahonda...

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[...] Al medirse con el desierto, con sus paisajes, con sus obstáculos, uno puede encontrarse también entregado a cuestiones del sí mismo. El desierto se alarga entonces, se ahonda, siguiendo en ese aspecto las inclinaciones de un viaje interior que permite explorar otras imágenes distintas a las de un Yo imbuido de sí. El mundo mineral deviene entonces la ocasión de un descentramiento del sí, del descubrimiento de una alteridad inconmensurable, que cataliza otro imaginario[...]
j.j.Wunenburger, la vida de las imágenes.

La epopeya de las arenas

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Las imágenes del desierto no pertenecen sólo a sus habitantes, los nómades, ellas no constituyen sólo un decorado exterior para ciertos pueblos, ellas habitan a todos los hombres interiormente e impulsan a los sedentarios a emprender grandes viajes sobre la superficie del mundo. Antes de poder suscitar en éxtasis de los sentidos, como el que nos testimonia los místicos, el desierto nutre al hombre de sueños y de expectaciones por atravesarlo. Porque el primer poder del espacio mineral es despertar un gusto por la movilidad, un deseo por franquear el límite, accesos a territorios desconocidos. El desierto representa en primer lugar el imaginario, individual o colectivo, de la aventura o de la conquista y se alía a las orientaciones seductoras, a menudo ilusorias, de la voluntad de poder, del desafío a la maestría. [...] El desierto constituye un espacio de desafío que permite al yo elevarse a la desmesura. En este sentido, el imaginario del desierto deviene un imaginario del Yo exacerbado, agrandado a la dimensión de un mundo sin límites que él ha vencido.En este contexto,el espacio resulta,ante todo, el soporte de un imaginario dramático y conflictivo. El espacio es percibido allí como saturado de peligros, de fuerzas hostiles, humanas o físicas, contra las cuales el explorador debe exacerbar todas las fuerzas de sobrevida y de defensa[...] . El desierto no es propiamente una puerta que se abre hacia otro mundo, sino un pretexto para alcanzar un otro Yo, el otro del Yo.
Jean Jacques Wunenburger, la vida de las imágenes.

Espacios minerales

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[...] las rocas, las extensiones de piedras o arenas, comportan más que otros, "un cromatismo afectivo" (E.Cassirer), una "tonalidad quintaesencial" (H.Corbin), que los privilegia como imágenes de lo invisible o de lo absoluto. La potencia imaginativa del desierto no reside sólo en el exotismo o en lo sublime de sus formas, sino en los ascensos y descensos mentales que dinamiza, en los movimientos o trayectos poéticos o místicos que suscita o acompaña. En este sentido, el desierto es también el lugar de las exploraciones del mundo y de sí, de todas las transformaciones de la arquitectura del alma; el mineral es espacio por excelencia de la iniciación. Esta pregnancia del mundo mineral puede ser puesta en evidencia mediante una fenomenología de los diferentes estratos de imágenes simbólicas de los que él es activador, el que corresponde a tantas metamorfosis interiores del psiquismo, del que uno encuentra las formas arquetípicas en numerosos testimonios de la literatura contemporánea[...]
Jean Jacques Wunenburger, la vida de las imágenes.

Lugar

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Caras de un cubo - Protuberancias

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Kubicki
"Rodin definió la escultura como el arte de las pompas y los agujeros, de los salientes y los entrantes. [...] Cuando hablamos de entrantes y de salientes nos referimos, también, a las zonas de transición entre ellos, los lugares donde lo cóncavo cambia a convexo y donde cada milímetro de error causa serias distorsiones en el total."
J.J. Beljon,Gramática del arte

Definir la esquina.

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Kubicki
Hombre esquina, como ejemplo de definición de dos planos que marcan la tercera dimensión. Punto de encuentro cargado de expectación, razón suficiente para estudiar significaciones y determinar la presencia de la arista con identidad geométrica.

Desconcer, Preguntar, BUSCAR...

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Jesper Arfors
Buscar, en odisea, es fundamental !!! Y en este ciclo 2009, todos "buscamos" en el espacio cúbico, todos queremos encontrar el "genius loci" de una porción de "aquí".
Ilustración-con una pizca de humor- del sentimiento odiseico 2009

Extremo de una experiencia

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Zonsondergang Ouddorpse duinen
Rilke, en una carta a Clara Rilke, escribe :
“Las obras de arte nacen siempre de quien ha afrontado el peligro, de quien ha ido hasta el extremo de una experiencia, hasta el punto que ningún humano puede rebasar. Cuanto más se ve, más propia, más personal, más única se hace una vida.” Pero ¿es necesario ir a buscar el “peligro”, fuera del peligro de escribir, del peligro de expresar? ¿El poeta no pone la lengua en peligro? ¿No profiere la palabra peligrosa? ¿A fuerza de ser el eco de los dramas íntimos, no ha recibido la poesía la pura tonalidad de lo dramático? Vivir, vivir verdaderamente una imagen poética, es conocer en una de sus pequeñas fibras un devenir del ser que es una conciencia de la turbación del ser. El ser es aquí tan sumamente sensible que una palabra lo agita. En la misma carta, Rilke dice también: “Esta especie de extravío que nos es propio, debe insertarse en nuestro trabajo”
La Poética del Espacio - Gastón Bachelard

Pierre Albert- Birot

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"Y me hago de un plumazo Dueño del mundo, Hombre ilimitado" Pierre Albert-Birot .

Jules Vallés

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"El espacio me ha dejado siempre silencioso" Jules Vallés, L enfant .

Constantin Brancusi (1876-1957)

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El Beso (1907)

"Es la obra maestra en la que Brancusi logra por primera vez el equilibrio perfecto entre fondo y forma, la síntesis de los cuerpos y el bloque en el que están esculpidos.

Son dos figuras abrazadas, que se besan. La unión entre ambas es completa. En la cara destacan los ojos, casi simétricos y la boca, que es la misma para los dos. El pelo es un movimiento de líneas paralelas onduladas, los brazos están pegados a las figuras y el cuerpo solamente es insinuado por la línea que los divide y los une, la misma para ambas.

La textura es tosca, evita el pulido para evidenciar la talla directa y los instrumentos empleados.

Tiene una fuerte influencia del primitivismo en el modo de representar los ojos, la incisión del cuerpo, el cabello ondulado, los brazos, etc.

En El beso no hay elementos anecdóticos o narrativos, ni tampoco hay sentimiento. Brancusi no intenta mostrar el aspecto sentimental de ese beso, ni la dulzura amorosa, ni la pasión de los amantes. No percibimos la fisonomía de los amantes, ni su sexualidad, ni la tensión de sus cuerpos. El rasgo que destaca en esta obra es la unión de dos personas al besarse, que está determinada por el bloque de piedra en el que se representan. Se fundamenta en componentes escultóricos, en aspectos que pertenecen la propia naturaleza de la escultura como son el volumen, la masa, la textura y la sencillez compositiva.

En el beso se aprecia la búsqueda de la esencia y la simplificación de la forma. Representa los valores de la abstracción: falta de descripción o narración y gesto reducido a la mínima expresión. Revaloriza los elementos esenciales de la escultura: masa, volumen, espacio, textura y ritmo. Recupera la talla directa influido por la escultura primitiva.

Brancusi perderá el interés por los motivos singulares a favor del tratamiento del volumen y la masa o la talla directa, que son algunos rasgos que le identifican."

Para nosotros, lo importante, además de todo el valor escultórico de la pieza, es ver el tratamiento del volumen, espacio, textura y ritmo dentro de un marco cúbico.

Cosechas del verbo estar

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David Nash
Nacer con el mundo implica no sólo la percepción monstruosa del objeto sino también la extrañeza de estar en el mundo. Una intuición que convierte al sujeto de la percepción en un prójimo de sí mismo, en el otro que decimos cuando decimos nosotros. Principio de la deriva pero, también, principio de la participación entre los mortales que, si no fuéramos semejantes, seríamos un puro desperdicio, una lástima irredimible. Y esta constatación de ser un prójimo y la sorpresa de estar en el mundo nos permiten romper con la vectorialidad del tiempo y percibir un infinito, una eternidad que no se despeña en su recuento vertical. La eternidad es una forma de estar, no un futuro.
" Entre la poesía y el conocimiento" de Ramón Xirau Aporte de Andrea Villar

Damián Ortega - Escultura

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Misterios del capital - Concreto

La voz del silencio

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Para exponer un fuerte "algo", es necesario rodearlo de un fuerte "nada"
Concurso de monumento funerario para conmemorar al fundador y primer presidente de Pakistán.

Se trataba de utilizar toda una larga tradición de culto al hombre muerto, intentando prolongar su pasada acción por medio de la arquitectura.

"El huso del monumento funerario como forma primaria es tan antiguo como las pirámides, pero el hallazgo del inmenso cubo vacío en cuyo hueco se encuentra, solemne, la minúscula tumba, es una experiencia especial hasta la fecha inédita." (Antón Capitel.)

Perforar

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Repetición, ritmo, fuerza y dirección...el agua "perforada" por los cubos, para dar paso al "frenesí" del agua. .

Leopoldo Marechal

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DEL ÁRBOL Hay en la casa un Árbol que no plantó la madre ni riegan los abuelos: solo es visible al niño, al poeta y al perro. Su primavera no es la que fundan las rosas: no es la vaca encendida ni el huevo de paloma. Su otoño no es el tiempo que trae desde el mar caballos irascibles, por tierras de azafrán. Al Árbol suben otras primaveras e inviernos: el enigma es del niño, del poeta y del perro. Cuando la primavera sube al Árbol-sin-nombre, vestidos de cordura florecen los varones; y Amor, en pie de guerra, se desliza de pronto a la sabrosa soledad de las hijas. Entonces el sabor de algún cielo perdido desciende con el llanto de los recién nacidos. Pero cuando el invierno lo desnuda y oprime, sobre los techos llueven sus hojas invisibles, y, horizontal, cruza las altas puertas alguien que por el cielo desaprendió la tierra. Hay en la casa un Árbol que los grandes no vieron: el enigma es del niño, del poeta y del perro.

Tomás Müller

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Pibe Máquina: acrílico sobre tela (1.00 x 1.00)
Latin King: acrílico sobre tela (1.00 x 1.00)
Tomás Müller es un artista argentino residente en España. El sitio es recomendado por Alicia Valdéz. Ella considera a este artista como uno de los mejores dibujantes de la actualidad.

Yo soy el espacio donde estoy (Noël Arnaud)

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Robert Peluce
"La conciencia de estar en paz en un rincón, difunde, si nos atrevemos a decirlo, una inmovilidad. Se construye una cámara imaginaria alrededor de nuestro cuerpo que se cree bien oculto cuando nos refugiamos en un rincón. Las sombras son ya muros, un mueble es una barrera, una cortina es un techo. Pero todas estas imágenes imaginan demasiado. Ya hay que designar el espacio de la inmovilidad, convirtiéndolo en el espacio del ser..."
Gastón Bachelard ( La poética del espacio)

...soy, por fin otro.

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Mientras estoy todavía solo, soy todavía sólo yo. Mientras estoy todavía entre conocidos, soy todavía un conocido. Pero en cuanto me encuentro entre desconocidos, En cuanto salgo a la calle, he aquí un peatón que sale a la calle. Y en cuanto subo al tranvía, un pasajero sube al tranvía. Después, para terminar, me siento en la hierba, junto a alguien, y soy, Por fin, otro. (Peter Hanke, 1969, citado por Rovatti, 2000:49)

Allí están solos y mudos, en estado de diccionario...

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Fotografía:Xavi Fuentes
Fotografía: Xavi Fuentes
"Están paralizados, pero no hay desesperación: hay calma y frescura en la superficie intacta. Allí están solos y mudos, en estado de diccionario. [...] Si son oscuros, ten paciencia. Calma, si te provocan. Espera que cada uno se realice y consume con su poder de palabra y su poder de silencio.[...]. Acéptalo como él aceptará su forma definitiva y concentrada en el espacio. Acércate más y contempla... Cada una tiene mil caras secretas bajo una cara neutra y te pregunta, sin interés por la respuesta pobre o terrible que le dieres: ¿Trajiste la llave? "
Carlos Drumond de Andrade (Búsqueda de la poesía)