ROBERTO MATTA: Viaje hacia la consciencia (2 de 5) - Carmen Hernández

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La psique individual y el paisaje cósmico. La primeras pinturas de Matta, en 1938, denominadas Morfologías psicológicas, son una transcripción pictórica de sus planteamientos gráficos. Ya incorporado al Surrealismo, se interesa de manera consciente y constante por el mundo interior. Desde esta época el artista manifiesta su concepción de la vida como una sucesión de imágenes espacio–temporales. La vida es movimiento y Matta intenta expresar visualmente –de manera más real y concreta– los distintos estados de la conciencia y llevar a la tela una forma capaz de representar la génesis del pensamiento. Así, crea verdaderos paisajes mentales en los cuales se conjugan lo orgánico y lo inorgánico: grutas habitadas por membranas, mucosas, terminaciones nerviosas, arterias y músculos, entremezclados con rocas, guijarros y formas calcáreas variadas, entre los cuales circulan diversos fluidos. Todo ello interconectado por una luminosidad tenue, inmanente a los cuerpos y que se destaca sobre el fondo oscuro del ámbito total, otorgando unidad y sensación de intimidad a la composición. Estamos frente a las zonas más íntimas de nuestro pensamiento, en el recinto donde se procesan las imágenes recibidas por el cerebro cuando aún existe la totalidad de lo percibido, a modo de collage. En ese intento de revelar las “relaciones invisibles entre los objetos”, Matta considera importante que una pintura contenga cuatro elementos básicos “…una piedra, una vegetación, un hombre y un objeto de su propia creación”. [2] Así representa la materia en todos sus estados: mineral, vegetal, animal y cultural, con la intención de relacionarlos todos para generar un continuum, una interconexión. A petición de André Breton, Matta elabora en 1938 una definición de la morfología psicológica: “Llamo morfología psicológica al gráfico de transformaciones en la absorción y emisión de energías dentro del objeto, desde su aspecto inicial hasta su forma final en el medio geodésico de la psicología”. [3] El objeto es potencialmente capaz de generar numerosas interpretaciones y el artista intenta plasmar el momento en que se produce el pasaje –el tránsito de un estado espiritual a otro–, esa transformación que no puede ser conscientizada por la mente humana. [4] Y aclara: “La imagen óptica es solo un corte teórico en la caída morfológica del objeto. La imagen es retenida para calmar la inquietud y no conservamos sino una de las formas posibles del objeto”. [5] Se trata entonces de representar imaginariamente el proceso de la percepción visual a través de la superposición de imágenes, expresando así la totalidad de la experiencia espacio-temporal. La noción de continuum explica la experiencia como la interacción entre el organismo y el medio, sin cortes, sin separaciones; por eso en la obra de Matta no se presenta el fenómeno figura–fondo, no hay un delante y un detrás, no hay entidades individuales sino una continuidad entre los cuerpos; un dinamismo constante de transparencias, líneas y espacios múltiples en recíprocas relaciones. El artista sabe que el individuo es incapaz de percibir conscientemente la multiplicidad y asume la tarea de enseñar a ver la realidad, el caso real. El hombre no puede entender la experiencia múltiple de la percepción y hacerla consciente. ¿Cómo percibir la materia como energía ¿ ¿Cómo asimilar la relatividad y el dinamismo de las nuevas concepciones de la física? La realidad, en su naturaleza filológica, no puede ser totalmente percibida porque “…no parece que a la mente le sea directamente accesible un proceso de interacción”. [6] No se puede visualizar el funcionamiento real del pensamiento aunque teóricamente se comprenda el proceso. Nuestro ojo se centra en una imagen y destaca la unidad en la pluralidad. Pero, contrariamente a lo que vemos, sabemos que lo estático y eterno ha sido reemplazado por lo dinámico y relativo. Frente a este hecho, Matta sufre la angustia del individuo que no puede asir la realidad, porque está lejos de la compresión humana e intentar tratar de expresarla a través de la experiencia pictórica. La concepción del universo como continuum, del espacio físico como principio no-homogéneo, son construcciones matemáticas, abstractas, que no tienen formas posibles de ser comprendidas, de ahí que el artista invente imágenes –campos gravitacionales lineales, por ejemplo– para enseñarnos a ver la cuarta dimensión. Matta desarrolla la simultaneidad visual: “La percepción del crecimiento y accidentes del objeto realizados simultáneamente permitirá sentir la biología psicológica del objeto”. [7] Ir más allá de la realidad establecida por nuestra limitada percepción visual y explorar las profundidades de la psique, que es el lugar donde se transforma la realidad. Para representar lo relativo y lo dinámico, el artista recurre a formas energéticas sin límites definidos, palpitantes en su luminosidad, volumétricas frente al paisaje oscuro de la cavidad del inconsciente. La profundidad está dada por una perspectiva atmosférica, creada por la aplicación de capas sucesivas de pintura muy diluida. Según Gordon Onslow Ford, para esa época había descubierto los aspectos femenino y masculino de la psique: energías vitales generadoras de vida cósmica, que sugieren vulvas redondeadas y formas erectas de carácter fálico. En alguna obras aparece la unión de ambos aspectos como la génesis de un mundo más completo, más espiritual: lo voluptuoso, cálido y luminoso enfrentado a lo ascendente, agresivo, frío y oscuro; esencia de la vida orgánica y psíquica. Existe una relación con la alquimia, que concibe los orígenes de la naturaleza como la interacción de polaridades duales: el cielo y la tierra, lo femenino y lo masculino, que se podrá apreciar mejor en los países de MattaMatta de los años cuarenta.

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