- Fuera de campo externo omnisciente (puesta en abismo)
Es lo que no se ve del sistema productivo que el observador tiene a su alrededor. Propiamente es el desplazamiento más hacia atrás del fuera de campo subjetivo, rebasando la posición del observador e incluso de la escena, hasta contemplar el aparato mismo de expresión. Así se informa a la vez sobre la representación y el mecanismo. Se consigue que la representación incluya los artificios utilizados para realizarla. La escena aparece junto a lo obsceno (lo que está alrededor de la escena). Se multiplican los puntos de vista y se da noticia a la vez de la realidad, de su manifestación formal y del proceso de ficción empleado para construirla y analizarla.
La puesta en abismo suele aparecer al final de la experiencia visual, como una treta que devuelve al espectador a su condición segregada, y le hace respirar tranquilo recordando que todo aquello era una ficción.
Tiene carácter de metalenguaje o reflexión sobre el propio medio, típica del momento actual de cierta madurez, en el que los nuevos autores se ven en la obligación de citar a unos clásicos cada vez más establecidos.
En los álbumes tardomodernos las contraportadas y guardas son lugares privilegiados para hablar sobre el propio libro, recordar algunos de sus momentos mejores, o mostrar la otra cara de algún dibujo. Es lo que ocurre en La princesa y el guisante ,un álbum que siempre manifiesta su elaboración mediante microescenarios y que al final muestra a sus autoras trabajando en las pequeñas instalaciones. Los cambios de encuadre son un sistema privilegiado para expresar la puesta en abismo, ya que desvelan campos nuevos que antes estaban ocultos. Dentro de esos movimientos, el zoom hacia atrás es muy expresivo, porque mantiene el eje de la mirada pero aumentando su amplitud hasta abarcar escena y observador, algo que se comprueba en los álbumes de Banyai, Zoom, Re-zoom y más recientemente El otro lado .Todos ellos tienen como tema este mecanismo, y cada página se convierte en la puesta en abismo de la anterior. Un último ejemplo de puesta en abismo sucesiva sería la magistral viñeta de Hergé en El asunto Tornasol , en la que acechamos al sicario que controla cómo otro espía vigila a sus víctimas.
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