VI- Réquiem para el hombre de barro - Juan Pablo Ringelheim

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Un cambio climático siempre es acompañado de una nueva alimentación. Una alimentación que equilibra al organismo para sobrevivir y disponerse a la evolución. Fue 1980 un año revolucionario en la gastronomía humana, fue el año de la creación del Pac Man. El Pac Man educó a la humanidad mucho más que la escuela, las ciencias o el psicoanálisis. Frente a los terrores fantasmales y existenciales propios de un próximo cambio de medio ambiente, el Pac Man enseñó que era necesario comer pastillas. Una tras otra y, cada tanto, alguna sana fruta. Pastillas mediante las cuales sería posible aniquilar los fantasmas, engulléndolos. Destruir al terror, con pastilla y pastilla, entre música electrónica. Los psicofármacos nacieron de una vez. Y las pastillas comunes que sumaban puntos serían otro tipo de equilibradores: vitaminas, excitantes, zinc, biopúritas. Y luego, otro psicofármaco para los fantasmas. Hasta ganar una vida. Para que cada hombre de barro asimile su próxima metamorfosis acuática son necesarios equilibradores corporales-anímicos que hagan tolerable la evolución. A tales equilibradores emocionales se los llama psicofármacos. Cafeína plus, cocaína, energizantes, anfetaminas, clonazepan, olanzapina, antioxidantes, marihuana, venlafaxina, rejuvenecedores, lamotrigina: estos son algunos de los actuales psicofármacos que hacen tolerable la evolución. Los psicotrópicos, los ansiolíticos, los antidepresivos, las sustancias que prometen un cuerpo puro y transparente, son formas de hacer soportable el sufrimiento que es inevitable ante la metamorfosis. Los psicofármacos mantienen el organismo en equilibrio frente al cambio climático. Aun vivimos la transición orgánica hacia lo líquido, y siguen siendo estos unos tiempos de terror.

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