V- Réquiem para el hombre de barro- Juan Pablo Ringelheim

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¿Pero cuál fue el elemento que anunció primeramente el cambio climático que obligaría al hombre a evolucionar del barro al líquido? El dinero, antes que la información, fue la sustancia que erosionó el mundo sólido y estático, y propulsó la metamorfosis humana. El primero en notarlo fue Karl Marx. En sus Manuscritos de Economía y filosofía describió el nuevo tránsito evolutivo: “Lo que puedo pagar, eso soy yo. Soy feo, pero puedo comprarme la mujer más bella. Luego no soy feo, pues el efecto de fealdad, su fuerza ahuyentadora, es aniquilada por el dinero”. Así fue que Marx observó que la evolución humana no se había detenido. El feo podía evolucionar hacia la belleza. Podía trocar en el mercado sexual fealdad por belleza mediante el dinero. Lo que el dinero liquidaba era al individuo estático e idéntico a sí mismo. Liquidar algo ha sido en nuestro lenguaje tanto destruirlo como convertirlo en dinero. Los economistas refieren a las reservas de dinero con el término “liquidez”. Pero lo que se hunde en lo líquido se transforma en otra cosa. Una casa liquidada puede devenir luego en otra casa, susceptible de ser liquidada también. Y cuando no es convertida en dinero permanece como un objeto material estable y habitable. El mundo de Marx era un mundo que todavía oscilaba entre lo material y lo líquido. Pero ahora el hombre líquido no es nunca un objeto estable en el mundo. Es una corriente dentro del océano. Fealdad y belleza no son estados distinguibles. Son variaciones de una misma programación.

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