Jorge Luis Borges

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Laberinto

Jorge Luis Borges
No habrá nunca una puerta. Estás dentro

y el alcázar abarca el universo

y no tiene ni anverso ni reverso

ni externo muro ni secreto centro.

No esperes que el rigor de tu camino

que tercamente se bifurca en otro,

tendrá fin. Es de hierro tu destino

como tu juez. No aguardes la embestida

del toro que es un hombre y cuya extraña

forma plural da horror a la maraña

de interminable piedra entretejida.

No existe. Nada esperes. Ni siquiera

en el negro crepúsculo la fiera.


Las percepciones.

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George Santayana ha observado con verdad: [...] Las percepciones no permanecen en la mente como lo sugiere el simil trillado del sello y de la cera, pasivos y sin cambio, hasta que el tiempo desgasta sus aristas y se desvanecen. No, las percepciones caen en el cerebro más bien como semillas en un campo arado o incluso como chispas en un barril de pólvora. Cada imagen aumenta cien veces más, algunas veces lenta y subterráneamente, otras veces ( como cuando arranca un ímpetu apasionado) con un repentino estallido de fantasía.
John Dewey - El arte como experiencia

Siempre vivimos en espacios, en esferas, en atmósferas.

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4-Peter Sloterdijk - A.V. Rocca

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Fotografía: Bohdan Vandiack
4-Peter Sloterdijk; La música de las Esferas y el olvido del ser desde todos los altavoces. Adolfo Vásquez Rocca
  • Experimentos con uno mismo; la escucha de sí.

El pensador cree que él es indudable, en cuanto y en tanto piensa. Pero no se da cuenta que su 'llegar a sí' depende de su 'escucharse a sí'. No tiene presente, que sólo por eso puede estar seguro de sí mismo y de su pensamiento, porque hay un escucharse que precede a su "pensarse". Se queda absorto en el contenido del pensamiento, sin reparar nunca en que su yo-pienso-existo, en verdad, significa un yo-escucho-algo-en-mí-hablar-de-mí- . Si esto se percibe, el sentido del cogito se altera de raíz. El mínimo sonido interior de la voz del pensamiento, si es escuchado y, con ello, hecho íntimo, es la primera y única certeza que puedo adquirir en mi autoexperimento.

El escucharse parece ser así, el fundamento de toda intimidad y por tanto lo determinante de todo espacio propiamente humano.

3-Peter Sloterdijk - A.V.Rocca

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Fotografía: Bohdan Vandiack
3- Peter Sloterdijk- La música de las esferas y el olvido del ser desde todos los altavoces. Adolfo Vásquez Rocca.
  • Donde estamos, cuando escuchamos música?
La presencia no tiene por qué se algo que demos por supuesto. EL hombre, como señala Sloterdijk, es más bien "el metafísico animal de la ausencia".
La presencia se refiere a estar en el mundo y estar en el mundo de los sentidos. Pero para poder apreciarla es necesario haberse ausentado antes. Es como la vuelta a la naturaleza o a la vida en el campo. No es apreciada o sentida como tal hasta que es "regreso". Podría ser la presencia como el darse cuenta del mundo exterior sin pantallas intermedias. ¿Hay quién soporte eso de forma continuada? Peter Sloterdijk habla de "la autoexperiencia pánica del acto de presencia". Y la ausencia sería como darse cuenta del mundo interior, igualmente sin interferencias de una capa intermedia, como si esa zona de fantasías, anticipaciones, deseos etc. interviniera para mitigar la intensidad de la presencia o de la ausencia. Casi sería posible pensar en la evolución del hombre occidental como la historia del alejamiento del mundo externo y del mundo interno a través de la inflación de esa capa intermedia. Esto reconocería a esta capa una función que ha permitido el desarrollo tecnológico y científico así como el arte, la literatura, la música, al igual que los mecanismos neuróticos han tenido originariamente una función adaptativa. En el momento actual se da una gran contradicción. No existen ritos de ausencia validados - como la práctica de subirse a una columna y permanecer ascéticamente allí y, al mismo tiempo existe mucha mayor ausencia de uno mismo en la vida cotidiana. ¿Cómo estar comiendo y viendo la televisión al mismo tiempo, por ejemplo, con imágenes de cadáveres desmenbrados? No es extraño, por tanto, que la disociación sea, en sus difernetes manifestaciones, una patología en auge. Algo muy distinto de nuestra experiencia actual. ¿ Cómo soportamos una continua y forzada presencia en el mundo? En un mundo que aparece como exigencia y demanda permanente. Tal vez drogas, alcohol o música. Con la musicalizaciñon mediática de la que habla Sloterdijk cuando anuncia el "olvido del ser desde todos los altavoces". Aún en el máximo contacto se puede tener una gran dosis de ausencia, como la soledad de las grandes ciudades. Nos encerramos dentro de una campana sonora específicamente humana: devenimos miembros de una secta acústica. Vivimos en nuestro ruido y, desde siempre, el ruido común ha sido realidad constitutiva del grupo humano. Hoy, por primera vez en la historia, los humanos estamos aislados de aislantes acústicos. En otras palabras, el habitante de cada departamente decide que oirá o escuchará. Es una de las grandes realidades de nuestra época. Las drogas ofrecen una descripción de lo que sucede con la polaridad presencia -ausencia: cada uno de los extremos de la polaridad contiene al otro. Las drogas se utilizan en muchas culturas para intensificar la presencia. Una utilización incompatible con la adicción. Nuestras drogas actuales (alcohol, alucinógenos) nos sirven para escaparnos de nosotros mismos, para ausentarnos.

2-Peter Sloterdijk - A. V. Rocca

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Fotografía: Bohdan Vandiack

2-Peter Sloterdijk; La música de las Esferas y el olvido del ser desde todos los altavoces.Adolfo Vásquez Rocca.

  • El metafísico animal de la ausencia.

El desarrollo sin precedentes de la música occidental sólo se puede comprender desde la necesidad de producir un sucedáneo de amplitud cultural convincente para el refugio perdido al que Sloterdijk refiere cuando describe nuestra condición de expatriados que el drama de la vida supone, ese forzoso y continuo abandono de los espacios íntimos en los que habitamos seguros, como nuestro impremeditado surgir y afrontar el mundo fuera del seno materno, extrañamiento difícilmente analizable por los restos de memoria prenatales, pero que nos acompaña con su eco sordo. Todos hemos habitado en el seno materno un continente desaparecido, una "íntima Atlántida" que se sumergió con el nacimiento, no en el espacio, desde luego, sino en el tiempo, por eso se necesita una arqueología de los niveles emocionales profundos.

A esto apunta Sloterdijk con su Trilogía Esferas cuando comienza convocando los sentidos, las sensaciones y el entendimiento de lo cercano; aquello que la filosofía suele pasar por alto: el espacio vivido y vivenciado. La experiencia del espacio siempre es la experiencia primaria del existir. Siempre vivimos en espacios, en esferas, en atmósferas. Desde la primera esfera en la que estamos inmersos, con "la clausura en la madre", todos los espacios de vida humanos no son sino reminiscencias de esa caverna original siempre añorada de la primera esfera humana.

Sloterdijk, dota de contenido el ser-ahí en el mundo de Heidegger. El miedo originario es indicativo de una catástrofe de la audición; el miedo frente a la muerte de la música congénita, el miedo al espantoso silencio del mundo tras la separación del medio materno. Este accidente auditivo original es el fondo sobre el que se sitúa la posibilidad de toda nueva escucha musical. Si durante las experiencias "esporádicas" de gran miedo nos sobrecoge la presencia de la nada, su sonido está oculto y suprimido con lo existente en general. El ser-ahí en el mundo quiere siempre decir un ser expuesto en una esfera donde, por primera vez, la no-música es posible. El que ha nacido ha perdido el tono del continuum acústico profundo del instrumento -organum- materno. El penetrante estremecimiento del miedo proviene de la pérdida de aquella música que ya no oímos más cuando estamos en el mundo. Una lectura atenta del enigmático discurso de Heidegger permite ver que el miedo del que se habla no puede ser otro que el miedo a la muerte de la música congénita, el miedo al espantoso silencio del mundo tras la separación del medio materno. Todo lo que después haya de ser música creada proviene de una música resucitada y reencontrada que también evidencia el continuum hacia su destrucción. Música reencontrada es reanudación del continuum hacia su catástrofe. Cuando ya no son audibles el latido cordial y el susurro visceral del instrumento musical primario, entra en escena la urgencia del pánico de existir. Allá en la suspensión vacía "en el mundo", sólo se abre una vastedad inquietantemente silenciosa donde se ha suprimido el continuum acústico de la musica materna. El trauma acústico del solitario ser parido lo mantiene en una situación de extrañamiento, de nostalgia de aquel que fue su propio y primer mundo sonoro, interior y total. Así, con Sloterdijk, se entiende cómo es que Heidegger pudo abrigar la convicción de que, tras los bastidores ruidosos del vivir activo, "duerme" el viejo pánico, el miedo a un silencio terrible.

Es en este sentido que la música nos asiste terapéuticamente, otorgándonos la posibilidad del repliegue, nos abastece en nuestra necesidad de huida del mundo. La ofensiva sonora artística contra el ruido del mundo exterior ha alcanzado en este siglo una intensidad sin par en toda la historia de la especie. Pero, diversamente al desierto, que ayudaba a liberar lo interior, la musicalización mediática de todos los espacios inunda las últimas lagunas de interioridad: olvido del ser desde todos los altavoces , banal falta de mundo en cada casa y a todas horas del día. Desde que hay auriculares, el principio de desconexión del mundo progresa en el moderno consumo musical también a escala de los aparatos. A partir de todo esto, va siendo cada vez más próxima una evolución drogoteórica de todas las formas de ambientes más "sutiles" en la modernidad. Hoy, difícilmente podría darse un fenómeno de cultura contemporánea en donde no se manifestaran vestigios de técnicas cuasi musicales de distanciamiento del mundo. El más moderno cocooning , las emigraciones masivas de sujetos modernos al inaccesible interior de retiros, juergas y simbiosis, no sería posible sin la inmersión en el menú tonal de la instalación sonora. Distanciamiento del mundo es el mínimo común denominador de la sociedad poliescapista.

La era de la falta de albergue metafísico, por recordar la definición de modernidad de Lukács, generaliza el hábito de la huida, de la evasión de no poder o no querer escucharse. Así los hombres que no pueden escuchar su silencio carecen de aquella música interior que vivifica de un modo supramundano. Es un repliegue no escapista sino más bien de albergue acústico en el regazo espiritual del eco de aquel soplo original mediante el cual fuimos forjados.

Luego ya arrojados a un mundo que nos vela nuestra filiación, nos vemos forzados a proveemos de nuevos pasaportes que nos permitan volver del extrañamiento de nuestra patria, convirtiendo así la vida en viaje, en un difuso periplo, donde el viaje mismo se torna instrumento de gracia. Somos seres transidos, en circunstancia de viaje, de huida o retorno. En este mundo no hay sino exiliados, de ahí el sentimiento de que que el viaje podría redimirnos, como lo ha hecho constar el artista ruso de vanguardia Ilya Kabakow en una conversación con el crítico Boris Groys.

"En mi se ha desarrollado la disposición a no encontrarme en mi sitio. Siempre me fue una experiencia especialmente grata el no estar en donde fuera. Cuando viajo, el gusto anticipado de irme de aquí ya me hace feliz. Está claro que es un trauma infantil por la falta de deseo de nacer. El mundo a donde vine y mi figura, en la que fui parido, no me satisface nada. No me gusta mi aspecto y no me identifico con él. Todavía recuerdo que, cuando vi mi hechura por primera vez en el espejo, gemí de dolor: no podía concebir que yo fuera ése. Ése es el deseo de largarme de mi cuerpo, de mis cosas, de mi casa [...] No tengo casa, siempre me encuentro de paso. De alguien así se suele decir: no se halla en ningún sitio" .

1- Peter Sloterdijk - Adolfo Vásquez Rocca

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Fotografía: Bohdan Vandiack

1.- Peter Sloterdijk; La música de las Esferas y el olvido del ser desde todos los altavoces.Adolfo Vásquez Rocca.

  • Sobre la huida del mundo desde la perspectiva antropológica.

La música que atesoramos, que nos habita y secuestra, provoca un ahondamiento, una receptividad hacia emociones que de otro modo nos serían desconocidas. Los intentos de desarrollar una psicología, una neurología y una fisiología de la influencia de la música sobre el cuerpo y la mente se remontan a Pitágoras y la magia terapéutica, pasando por Schopenhauer y Nietzsche, hasta llegar a Sloterdijk, quien plantea como basamento de este interrogar, como pregunta estrictamente filosófica, exploratoria de la experiencia musical: ¿dónde estamos, cuando escuchamos música? A la que podríamos añadir ¿a dónde nos dirigimos cuando escuchamos música? O, mejor aún, ¿hacia dónde somos conducidos?

La música puede invadir y sensibilizar la psique humana ejerciendo una especie de secuestro del ánimo, con una fuerza de penetración y éxtasis, tal vez sólo comparable a la de los narcóticos o a la del trance referido por los chamanes, los místicos y los santos. No es casual que la palabra alemana Stimmung signifique "humor" y "estado de ánimo", pero también comporte la idea de "voz" y "sintonía". Somos "sintonizados" por la música que se apodera de nosotros .La música puede transmutarnos, puede volvernos locos a la vez que puede curarnos. La importancia de la música en los estados de anormalidad del ánimo es un hecho reconocido incluso en el relato bíblico donde David toca para Saúl. Las estructuras tonales que llamamos 'música' tienen una estrecha relación con las formas de sentimiento humano -formas de crecimiento y atenuación, de fluidez y ordenamiento, conflicto y resolución, rapidez, arresto, terrible excitación, calma o lapsos de ensoñación- quizás ni gozo ni pensar, sino el patetismo de uno u otro y ambos, la grandeza y la brevedad y el fluir eterno de todo lo vitalmente sentido. Tal es el patrón, o 'forma lógica', de la sensibilidad, y el patrón de la música es esa misma forma elaborada a través de sonidos y silencios. La música es así "una analogía tonal de la vida emotiva" .

La música es el arte de la personificación, de la escenificación de las emociones. La música cumple una función política y religiosa, incluso "sagrada", de cohesión del cuerpo social; la utilización de medios de amplificación del sonido se inscribe en una estrategia de ruptura con los códigos identitarios, con la eclosión de la heterogeneidad, con la producción de una animosidad colectiva. Los himnos han equilibrado la nostalgia, han acallado el estupor e incluso enjugado lágrimas, evitando la disolución de los sujetos y contribuido a la conservación de lo humano en un solo cuerpo tonal. Así, en las edades, en la sucesión histórica, en el progresivo deterioro de las sociedades, en las épocas de fatiga y devastación, en los tiempos de asolamiento, de la caída de imperios y la irrupción de las hordas, cuando los tiempos amenazaban hacerse demasiado sonoros, allí irrumpía el genio, el músico que insertaba, contra el positivismo de orquesta y la obstinación de los compositores, recogimiento, silencio y secreto. Restaurando la armonía global.

María Zambrano

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"De la palabra escondida, a solas celada en el silencio, puede surgir, sosteniendo sin darlo a entender, un largo discurso, un poema y aún un filosófico texto, anónimamente, orientando el sentido, transformando el encadenamiento lógico en cadencia; abriendo espacios de silencios incolmables, reveladores."
María Zambrano (Claros del Bosque, 99)

Los sonidos del espacio, los espacios del sonido

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El grito- Edvard Munch
“El espacio es invadido, entero, por el rumor; nosotros nos llenamos, enteros, del mismo rumor” Michel Serres (1982:32)

Sonotopoi: los sonidos del espacio, los espacios del sonido.

En muchas ocasiones un sonido llena de tal manera un espacio que todos los elementos de ese espacio se convierten de repente en ese sonido. Una cama, por ejemplo, hecha de ojos en sueños, de cuerpo en reposo y de pies descalzos, si se llena del sonido de un despertador, se convierte en un espacio-despertador completo, en el que el cuerpo, los ojos, las manos y la misma cama son todo alarma de despertador hasta que cese su estrépito. También podríamos contarlo al revés: en muchas ocasiones un espacio llena de tal manera un sonido que pasa que todos los elementos de ese sonido se convierten de repente en ese espacio. Un repiqueteo agudo e insistente, por ejemplo, hecho de dos pequeñas campanas que reciban rápidos y constantes golpes mecánicos de un pequeño badajo conectado a un reloj, si se rodea de dormitorio, de una cama y dos cuerpos en reposo amaneciendo, se convierte en un espacio-despertador completo, en el que el sonido se convierte en una alarma para despertarse, los cuerpos son cuerpos oyendo un despertador y despertando y el dormitorio completo es todo espacio-despertador o espacio que despierta. Dicho de otra manera aún: en ocasiones, el sonido y el espacio establecen tal relación de mutua expresión (se expresan juntos) y de mutua comprensión (se comprenden juntos) que componen algo que merece un análisis particular e incluso un nombre nuevo. Puede pasar que un himno, el pasillo del metro, un ronquido, un campo de fútbol o la lectura de un manifiesto se conviertan en todo sonido y todo espacio a la vez, curvados en sí mismos y en mutua composición. Son entonces espacios compuestos de (que componen) sonido y sonidos compuestos de (que componen) espacio. Son sonotopoi, en el sentido literal de la palabra (sonidos/espacio-lugares-): son lo uno y lo otro, indiferenciadamente, y ya no son ni lo uno ni lo otro, sino algo que es diferente a ambos y que tiene un comportamiento propio. Son composiciones sonotópicas, en las que el sonido y el espacio establecen una relación de enunciación de sí mismos y crean composiciones que inauguran formas de acontecer de la vida cotidiana. Entendido que un sonido siempre forma parte de un espacio, y que un espacio es siempre de alguna manera sonoro, el análisis sonotópico puede iniciarse desde cualquier escenario o premisa. Podemos analizar, por ejemplo, qué tipo de composición sonotópica crea tal o cual plaza de noche, la sala de espera de una pensión en verano, una manifestación por los derechos de la música en vivo o el bar de la esquina sin su parroquiano habitual. También podemos preguntarnos qué tipo de composición sonotópica crea el sonido de un disparo al aire en la disuasión de una marcha, el de una rúa de carnaval con sonriente alcalde incluido, o el del lloro de un bebé en la visita guiada de la capilla sixtina. GARCIA, N (2005) "Alarmas y sirenas: sonotopías de la conmoción cotidiana", en VV. AA. Espais sonors, tecnopolítica i vida quotidiana. Aproximacions per a una antropologia sonora., Barcelona: Quaderns-e de l'ICA, num 5 (2005).

Espacio-Destino

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Fotografía: Patrick Desmet
"Hay quienes realizan sus destinos en un circuito modesto de distancias: una aldea, una ciudad, un puñado de acres en la tierra solariega: ése es el límite que se les ha marcado para dibujar, en apariencia sin mayores trabajos, la trayectoria plena de una vida. Otros, en cambio, nos demoramos en el diseño de una imagen complicada y tardía."
María Rosa Lojo. Finisterre Aporte de Marita Molfese

Persuasión Oculta

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"Cuando estés pintando en tu jardín, y durante el trabajo veas pasar un ángel caminado entre las rosas, no trates de capturarlo en el lienzo. Pinta las rosas, estarán mejor. Algunos espectadores incluso olerán su perfume."
J.J.Beljon, Gramática del arte

Jean- Pierre Richard

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" Nunca llegaremos al fondo del cofrecillo"

Jules Supervielle

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Busco en los cofres que me rodean brutalmente Poniendo tinieblas por arriba y por debajo En cajas profundas Como si ya no fueran de este mundo. Supervielle, Gravitations, p17

Intentos de habitar un espacio...

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Intentos de acceder a la verdad del lugar: en un primer momento, "perdiendo el horizonte" - como nombra el artista Antony Gormley a esta instalación escultural - luego, "desprenderse de si mismos como de cualquier sobrecarga de saber, para dejar que llegue a uno el ser mismo de lo que se ofrece a la mirada"*
* J.J.Wunenburger

Posibles límites de un espacio cúbico

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Densidad como principio, carácter tridimensional. Posibilidad de una delicada trasnparencia.

Vuelo Fugaz

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Mirta, en este plácido domingo de marzo me encuentro sobrevolando el instante. Lo recorro en la totalidad de sus lados. Me oprime la multiplicidad de cubos reales e imaginados, y sin embargo, desde este lugar entro y salgo al espacio por sus grandes ventanas o tal vez sean puertas. Mi cuerpo es etéreo y transparente. Me abisman y maravillan tanto las vasijas, como los lejanos astros y sus cercanos brillos. La opacidad de la noche reflejada en el horizonte lunar. Soy dueña del aquí, del allí y del ahora. Eso soy. Por un instante. Después no se. La sorda musicalidad del espacio me acompaña en ese vuelo fugaz que se prolonga en las horas quietas.

María Benicia Costa Paz (Odisea)

Makoto Ooka

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Hypercubo blanco en vuelo por J.M.Yturralde
Lo que ve la cometa Como hay manos que me atan a la Tierra, puedo trepar por la celeste escala. Cada vez que hago un giro, remeciéndose mi hombro contra el viento, sorbida soy, hundida, trozo a trozo, en el seno celeste. Como hay manos que me atan a la Tierra, de mi cordel la Tierra pende. Makoto Ooka

Naturaleza Cúbica

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Halita: Na CI

Grzanka Wojciech

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EL CUBO - Grzanka Wojciech

El cubo en la naturaleza

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Pirita cúbica
Pirita Cúbica