La obstinación del horizonte - Sergio Astorga

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Jean Fleché

Así como si el calor tuviera insomnio, su voz predica la asfixia desde muy temprano y la sed de garganta se apacigua con la vista. Inmensas extensiones de tierra dura, de lomeríos que asoman un verde tímido como un tatuaje mínimo de verdor entre el pardo rojizo nos rodea. En las peñas altivas a pleno rayo, el tímpano se quiebra de silencio. Allá, la obstinación del horizonte delinea, esculpe los contornos incendiados de las rocas como un collar petrificado. Así la mañana se descuaja y se exprimen las nubes como breña.

El aire crece como espiga en la intemperie. Como torreones, hechos para la paz geológica, por los riscos se dispersan el germen de roca y arena y los manantiales del calor sumergen el hostil dardo de fuego en las costillas. Aquí, las líneas paralelas no descansan, y las lámparas terrestres las recorren como si fueran el espinazo nocturno del camino. En esta pétrea permanencia, de repente, un sobresalto de llanura y olores de majada que se imponen. Son fronteras ahora de los ojos: los belfos, la rumiante paciencia que digiere y la sorda e incivil mirada del ganado. La tarde se vuelve a quebrar. La rueda celebra su descanso. Llegan galopando los vaqueros del sueño y llevan las cabezas de la noche a beber al arroyo con el simple chasquido de la voz para evitar una estampida.

Sergio Astorga

2 comentarios:

Anónimo dijo...

qué HERMOOOSO!!!! me conmueve cómo escribe Sergio Astorga!!
Andrea

Sergio Astorga dijo...

Mirta, de sorpresa en sorpresa, esta obstinación tuya en ser generosa me agranda el horizonte.
Gracias.
Me encanta el titulo, como sabes este texto de entrada y salida pertenece a una crónica de viaje, donde existen también el juego paralelo de palabra; un lenguaje cargado de imágenes y otro lenguaje ligero e informativo y con pretenciones de amenidad.
Me gustan estos raptos, me alagan y me sumergen en un nervio creativo, el próximo texto sale mañana y tine que ser obstinadamente horizontal.
Gracias, Andrea, en la Odisea parece que nos conmovemos todos.
Un abrazo obstinado para las dos.
Sergio Astorga