Usar los caminos... Sergio Astorga

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Usar los caminos es extender el rostro de las cosas y sentir que el movimiento circular de la tierra nos predispone, en aparente línea recta, a tejer la promesa vaga del encuentro. Al alba, se rescata el mito de la salida en caravana, y el tiempo devora la distancia como si fuera un depredador de mansedumbres. Así como el vaho de las antiguas bestias que cruzaron los caminos, el sol, como naranjo pletórico en su esfera, enmarca la inconsciente emoción de copular el trayecto con el asombro de lo nuevo. Una serpiente de asfalto, carbonizada, nos sale al encuentro y es opulenta la claridad de la tarde. Al golpe del cansancio, cuando el olor del asfalto se confunde con el olor de hembra que la noche trae, llega el momento de parar y dejar que el camino descanse de nuestras ganas por llegar a nuestro indescifrable destino. El ojo de la carretera se cierra y en las montañas se va enfriando el calor desértico y los cuervos se confunden con el hueco que queda cuando se pone el sol. Sólo el tiempo parece que ha quedado inmóvil, aquí en este cuarto, se me vienen un tropel de caminos y el desorden del aquí me duerme.

4 comentarios:

Sergio Astorga dijo...

Mirta, vuelvo a tu Odisea, no importa que la undosa mar, diría Homero, me detenga de noche en bahías extrañas, siempre vuelvo, voy llegando, estoy aquí.
Gracias por tu generosa posada al que camina.
La fotografía que has seleccionada es perfecta, si es que la perfección puede existir como propósito, ejemplifica, funde los conceptos de distancia y recuerdo.
Un abrazo siempre despierto.
Sergio Astorga

Anónimo dijo...

qué imágenes poderosas!!! Me tocó.
Andrea

Anónimo dijo...

Mirta, por lo que he leido,Sergio es un huésped a la altura de tu posada... y no cualquiera...
Qué bueno que esos cubos-cuartos que obran de nido alberguen estas almas que dejan, en alguna pluma olvidada, recuerdos de sus vuelos para que nosotros nos elevemos.

Anónimo dijo...

Mirta, por lo que he leido,Sergio es un huésped a la altura de tu posada... y no cualquiera...
Qué bueno que esos cubos-cuartos que obran de nido alberguen estas almas que dejan, en alguna pluma olvidada, recuerdos de sus vuelos para que nosotros nos elevemos.
Nancy