III- Réquiem para le hombre de barro- Juan Pablo Ringelheim

|
Tobi, el niño con alas, equivocó el rumbo: el destino de la humanidad no estaba en el cielo sino en el agua. Tal como se lo enseñó a Ícaro el sol. En estos tiempos el hombre disuelve su identidad de barro en fluidos perfiles informáticos. Deshace su único nombre en múltiples nicks. Su sexualidad deviene en identificación provisoria con emoticones mutantes. Y cuando el punto G se pulsa en un joystick, en la pantalla explota extasiado un ser que no es ni hombre ni mujer. El retrato se disgrega en granos de Photoshop hasta ser otro, y luego otro, en constante devenir. La nación es el sitio, y el hombre fluye de migración en migración. El hombre de barro se deshace en el océano informático y deviene así en hombre líquido. La navegación fue cosa de argonautas, de Colón y Barba Negra. Estos hombres de barro flotaban en barcos sobre el agua. Nadie navega en la actualidad. Un sitio, un libro digital, un video en You Tube, una universidad virtual están hechos de información, y son programables. El hombre de barro no fue programable sino modelable y disciplinable. El hombre líquido es una combinación de genes, de unidades de información que se pueden reemplazar, manipular, inseminar, en una palabra: programar. El cuerpo que es información no navega sobre información: es información en información. Océano y hombre son al fin una unidad autoprogramable.

No hay comentarios: