Salustiano

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Bella, perturbadora y profunda. Así es la pintura de este español, de imágenes en rojo donde fusiona rigurosidad renacentista y una perfección propia del canon publicitario. En entrevista exclusiva con "Arte Al Límite", Salustiano rememora sus inicios y cuenta cómo su propuesta ligada al realismo ha logrado cautivar a diversidad de espectadores, tanto en Europa como en Asia y Estados Unidos.
Por Carolina Lara Periodista ¿Es posible la belleza en tiempos de apología a la transgresión? Salustiano cree que sí.
Con una pintura que ha dado un giro al género del retrato, su aproximación a la figura humana es de un rigor académico digno de pintor renacentista, acercándose fielmente a sus modelos gracias a un detenido estudio de la forma, a la pulcritud del dibujo y de la pincelada. Sin embargo, los personajes están descontextualizados. Los torsos y rostros solitarios habitan un espacio donde no hay más borde que la tela, siendo el fondo un vacío monocromo y total. Los cuerpos aparecen como en un sueño donde todo se torna rojo. Rojo: éste es el tono que gusta dar a las imágenes, reflejando en su perfección una profunda y perpleja paz. Quién diría que varios de sus modelos han sido encontrados en la calle: "Son personas no necesariamente bellas a las que propongo posar para un cuadro, porque presiento que pueden ayudarme a transmitir una determinada emoción. Me interesan rostros atemporales, serenos, con una expresión generosa en la boca y una mirada transparente. Quiero que todo el conjunto tenga una apariencia de eternidad". El trabajo de este artista comienza en el momento que toma las fotos al modelo. Aunque no suele conversar mucho con ellos, reconoce que siempre se establece una complicidad: "Te van revelando cosas y descubres que no solo es un rostro sereno o bello sino que, además, descubres que todas estas personas eran muy especiales y, curiosamente, muchas de ellas relacionadas con la música".
LA FRUSTRACIÓN DE SHARON STONE La llegada de su pintura es indiscutible. Vaya aquí otro gran ejemplo: el autor participa en "The missing peace, artist consider the Dalai Lama", una exposición que reúne a autores muy destacados y que -desde 2006- recorre varias ciudades del mundo. La obra de Salustiano "Reencarnación", fue elegida imagen emblemática de la muestra, figurando como portada del catálogo, en el afiche y las invitaciones. El retrato corresponde a una niña china que observa con perturbadora dulzura al espectador, ocultando dos particulares historias: la del pintor, que elucubra sobre la reencarnación del Dalai Lama en una pequeña nacida en el país invasor del Tíbet; y la de la niña, víctima de la política de planificación familiar china, lo que obligó a sus padres a abandonarla en un orfanato a la espera de ser adoptada por una familia occidental. En Los Ángeles (Estados Unidos), mientras se inauguraba la exhibición, la actriz Sharon Stone contempló el cuadro durante diez minutos. Obviamente, quiso adquirirlo. Sin embargo, la obra había sido la primera del grupo en venderse, pasando a engrosar los fondos de la campaña pro Tíbet. Tras la frustración de la popular estrella de cine surgió la idea de que Salustiano le hiciera un retrato. "El cuadro que tengo pensado será muy Holbein. Sereno y potente. Mirando al espectador vestida de rojo…". "¿¡ARREGLAR EL MUNDO!?" Salustiano García Cruz solo usa su nombre como apelativo artístico, sin apellidos. Es como si se sacudiera de lo accesorio y se quedara con un puro concepto. Tal como en su pintura: "Nunca he estado interesado por 'el tema', no hay discurso narrativo detrás de mi obra. Mis cuadros son imágenes que no pretenden contar 'algo', sino provocar una serie de sensaciones en el espectador. Busco causarle un determinado estado en el alma al que los contempla. Es un trabajo muy calculado, pero persiguiendo una finalidad emocional". ¿Cómo es eso de provocar un estado del alma? No es un plan cerrado, depende de la relación entre el modelo y el espectador. Pero, hasta donde llega mi mano, intento primero zarandear, porque si no consigo que te estremezcas ante uno de mis cuadros, es que no he llegado a alcanzarte hasta la planta en la que tienes escondida la emoción, que es a donde yo me dirijo como un misil. Pero después de ese traqueteo inicial que te desarma, lo que quiero es transmitirte un estado de calma. A fin de cuentas, mi intención es infinitamente benéfica, me muevo en el ámbito de lo espiritual. Desde los inicios hasta la serie "Rojo": ¿Cuál ha sido la evolución de tu obra? ¿Cuáles las estrategias e influencias? ¡Intentaré resumir! Los primeros trabajos de adulto expuestos fueron instalaciones donde colaborábamos varios artistas juntos desde distintas disciplinas. Posteriormente, me siento atraído por un expresionismo sintético con cierto toque de humor, que fue mutando hacia un expresionismo neoclásico, si es que esto es posible. Más tarde, abandono la pincelada suelta y las texturas por una superficie perfectamente esmaltada y por cuadros con elementos descontextualizados, oníricos, cercanos al surrealismo, pero también con mucho sentido del humor. Después de esta etapa surrealista-barroca, empiezo otra completamente distinta, cuadros minimalistas de figuras blancas sobre fondos blancos. En 1992 viajo a Italia. El contacto con el Renacimiento italiano hace que me replantee de nuevo mi carrera artística, interesándome principalmente la composición matemática de los cuadros y cómo estaba puesta la pintura en el lienzo, sin esfuerzo aparente. A mi regreso a España mi intención estaba definida: provocar emociones semejantes a las que yo había sentido al contemplar aquellas obras de arte. ¿Cómo te enfrentas a la tela en blanco? Con autocensura. En la antigüedad, el artista era una persona atada de pies y manos: tenía normas estrictas sobre la manera de representar los diferentes personajes, sobre todo en temas religiosos. Incluso se hacía un contrato en el que se detallaba la cantidad exacta a utilizar de determinados pigmentos. Así se han realizado algunas de las obras de arte que yo admiro. Y ese método me parece el correcto por lo que tiene de contención, de no decir todo lo que uno sabe, de renuncia. Ahí estoy yo de manera voluntaria. Ahora que en el arte triunfa el "todo vale", decidí ser yo quien se impusiera los límites: un fondo rojo, una figura y espacio.

¿Por qué el color rojo? Porque está lleno de connotaciones e intenciones. Del latín coloratus (colorare, colorar, dar color), es el color por excelencia. El rojo tiene el poder de trascender a su propia condición de color. Es más que un color, es un símbolo que provoca sentimientos de belleza, de ausencia de tiempo, siendo a la vez expresión de fuerza, el color de la sangre, de la religión y de los elegidos. El rojo de mis cuadros en realidad es una metáfora del cielo, de lo trascendente. La belleza, la perfección académica, la composición minimalista, ¿no suman acaso un tono comercial y restan efectividad al mensaje? ¿Por qué la belleza en tiempos de saturación de imágenes y de la necesidad de un arte crítico? ¿Realmente necesitamos un arte crítico? Nunca he creído en el arte-panfleto. En cambio, pienso que estamos escasos de mensajes bellos a nuestro alrededor. Saturados de todo tipo de estímulos visuales, el artista crea imágenes de impacto muchas veces sólo para llamar la atención del espectador. Pero en una pared donde todos gritan a veces lo único que queremos es oír a alguien que nos susurra. Exposiciones y ferias de arte están llenas de sangre y escenas de violencia. ¿Es esto una crítica a la violencia? No creo. ¿Una persona después de ver a una chica oriental atada y amordazada es más amable? ¿Más buena? ¿Evita esto una guerra? ¿Protege a los niños del tercer mundo de la prostitución?... Me temo que no. Mucho del llamado arte social es superficial y snob. Por último, a veces se nos pide demasiado a los artistas. ¿¡Arreglar el mundo!? Yo me conformo con embellecer el metro cuadrado de universo que me ha tocado.

www.arteallimite.cl

1 comentario:

Anónimo dijo...

WoW!!!
I love it!!