Rodando por mi desierto natal… repitiendo el rito de mi estirpe… siempre ha sido éste mi destino, desde siempre, rozar apenas sin dejar huella, para dejar lo más preciado: la posibilidad del misterio.
La memoria que recorre y rebasa mis venas internas y pequeñas, tiene rizomas de recuerdos ancestrales, del paso por las bardas o por áreas forzadas, o siguiendo paralelas de tren que unen estáticos pasajes en tiempos ligeros, en geografías mudantes… aquí y en otros mundos, ¡en tantos mundos!… en todos.
Nunca, pero nunca hubo un cardo ruso recalando en un altar.
Nunca, pero nunca hubo un hombre que, reparara ese olvido haciendo una ofrenda respetuosa, compartiendo sonrisas misteriosas de testigos silenciosos…
Hasta ahora.
María Benicia Costa Paz
1 comentario:
Estas rozando los espíritus herrantes de quienes te rodean en este viaje odiseico, sean de acá o allá. Gracias MB Verónica
Publicar un comentario