Sergio Mora

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La dolorosa desnuda
Cielo
Sergio Mora El pintor mágico

Ha pasado tiempo desde que la ilustración se desvinculó del terreno pictórico, cuando en verdad lo pictórico nació de la ilustración mágica, un efecto de boomerang que parece devolver el verdadero sentido de los principios del arte a través de la obra de Mora. La creación de Mora se podría definir con la ambigüedad que la describe: “Mágico-curativa”, y nos remonta al caleidoscopio de ideas que fluyeron de la mente del Bosco, a los negros sueños de Goya, a los carteles de mercadillo amarilleados por el padre tiempo, que se encargó de dorar el ambiente de su recuerdo. Hablamos de sueños forjados con caricia de pincel, donde la trigonometría del corazón lleva la imagen de la razón a lo obtuso; donde juguetes de cuerda se mezclan con monstruos tan reales como la propia existencia. Sus cuadros sumen al espectador en lo onírico, aquí el surrealismo deja de ser irreal para dar pie a un mundo nuevo: digamos una realidad paralela, en dos dimensiones, con perspectivas tan posibles como inciertas, como Magritte, nos abre puertas a aquello que tenemos enfrente y nos convierte en viejos niños, no en niños viejos. Esta obra supone ni más ni menos que un empujón hacia la sonrisa esbozada de Mona Lisa, a ciertas notas musicales que solo suenan con el instrumento del recuerdo. La experiencia de una obra rica en matices, espléndida en concepto... ¿ilustrativa o pictórica? Tan inocente como salvaje, es la representación del vandalismo de la inocencia, como ver a un niño arrancar la luna del cielo, o alumbrar con la lupa un hormiguero...es obra digna de una canción.

Ramón de Jesús

Fuente: www.homines.com

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