El origen del vocablo frontera viene de frente, un término militar, que designa la zona de contacto con una armada enemiga. Este línea sinuosa y fluctuante evoluciona en función de las relaciones de fuerzas presentes. A partir del siglo XVII, la frontera se vuelve progresivamente una línea definida, límite entre dos Estados.
La frontera toma un sentido más político con la construcción de los Estados-naciones y se apoya entonces en el concepto de frontera natural: el límite de un territorio es tanto más legible y fácil de controlar cuando reposa sobre un obstáculo físico. La frontera se vuelve una línea en el trazado a veces artificial sobre el terreno y es objeto de arreglos. Su presencia es sin embargo legitimada a través del concepto de frontera natural. La frontera política consiste por consiguiente en una separación entre dos territorios (dos soberanías en pleno ejercicio), que se materializa en la existencia de una discontinuidad frecuentemente representada por una línea. Se enfrentan dos sistemas políticos, se tratan de igual a igual, pero sus funcionamientos, sus modos de organización, sus sistemas jurídicos difieren.
La frontera está entonces asociada a un sistema de control poderoso más o menos explícito (sistema de defensa, control aduanero, etc.) cuyo objeto primario es el de proteger, pero también dejar circular filtrándola y deduciéndola. Ciertos intercambios se generan por la presencia de la frontera (diferencial), pero otros adoptan las vías ilícitas para escapar del control. Junto a lo militar y lo aduanero, el contrabandista es la tercera figura emblemática de la frontera; los dos primeros expresan la protección y el filtrado, el tercero el paso y la separación. Esta ambivalencia entre separación e intercambios es característica de la frontera. Esta última funciona como un filtro inestable, donde alternan fases de apertura (el contacto prevalece sobre la separación) y fases de cierre (la separación prevalece sobre el contacto) más o menos grande: la porosidad varía con el transcurso del tiempo en función de las relaciones entre sistemas presentes.
En los otros campos de las ciencias sociales y humanas, la noción de frontera es tomada en cuenta en un sentido más amplio y no se traduce sistemáticamente en los límites entre Estados. El término es utilizado para expresar una separación entre grupos culturales (frontera lingüística, religiosa) y se asocia a un contacto confuso, impreciso, móvil.
Luego, dos definiciones de la frontera parecen coexistir: una, en una dimensión cultural y social, está expresada en el término inglés frontier; la otra, en una dimensión más política (frontera de Estado), se traduce como border o boundary.
Estas dimensiones diferentes nos invitan a ampliar la definición clásica de la frontera en geografía: la frontera es un objeto geográfico que separa dos sistemas territoriales contiguos. Este objeto no se resume en un límite, porque hay incidencias sobre la organización del espacio (efectos-frontera) e integra una dimensión política (es decir, lo que compete a la estructuración de una sociedad), una dimensión simbólica (es reconocida como un conjunto de actores y sirve de indicador en el espacio), y una dimensión material (que está inscrita en el paisaje).
Existe la frontera cuando se confrontan sistemas territoriales identificados por su propio sistema de normas (culturales, jurídicas, etc.). Éste es precisamente el caso de los Estados con su funcionamiento institucional, su red, etc. Pero esta definición puede ser ampliada a otros sistemas territoriales emergentes. Nuevas pistas se abren entonces a los investigadores en un contexto de crisis de los Estados y emergencia de nuevos poderes (de orden económico, institucional o social). Se puede desde entonces sugerir que las fronteras aparecen bajo otras formas que no sean la línea, como el punto (un puerto o un aeropuerto), la zona o el frente. En consecuencia, la representación clásica de la frontera (la línea) cambia completamente. Una nueva pista de investigación consistiría entonces en proponer nuevos modos de representación de estas fronteras de formas inéditas.
1 comentario:
Algunos autores - Mezzadra, Balibar- hacen una distinción interesante en términos políticos entre "frontera" y "confín": la primera -por su porosidad- supone contactos, relaciones, flujos; en cambio, el confín -surco- "confina", aísla, segrega. Es interesante para discutir el caso de las migraciones contemporáneas y de los derechos de ciudadanía.
Muy bueno, Mirta.
Andrea
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