El presente en nuestra estepa.

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El caminante que, de la nada, apareció en la línea sur

Parece haber salido de Bolivia con el desafío de hallar a una hija en el extremo austral. Apenas se le entiende y sobrevive con lo que el desierto da. Lleva muy poca ropa. Sólo camina.

En medio de la nada y en total desamparo. Así se lo puede ver a un hombre menudo con ropa escasa y pesada bolsa sobre sus espaldas que, desde hace semanas, camina y camina por la línea sur.

Nadie sabe de dónde viene ni él lo sabe explicar. Se presume boliviano por las tonalidades de sus medias palabras y las especulaciones de mentas desde aquellos parajes. Quienes lo frecuentaron por la Ruta provincial 6, creen que intenta llegar hasta la zona más austral de nuestro país para encontrarse con una hija.

¿Aventura, porfía, enajenación? No hay forma de saberlo.

Este hombre no aparenta tener más de 55 años. Su presencia hizo tejer las más variadas historias y el afán por conocer algún dato de su identidad.

"Por acá pasó hace tres o cuatro días. Le dimos algo de carne, un poco de azúcar y agua. Después se fue tranquilamente... caminando campo adentro", relató uno de los pobladores del paraje Tricaco, ubicado a unos 70 kilómetros al sur de Roca, cuando se le preguntó sobre la presencia de este enigmático personaje.

Maestros que viajan desde el Valle hacia la escuela de El Cuy también pudieron observarlo en su eterno andar sobre el asfalto. "Pero a la ruta sólo sale al mediodía. Después, es muy raro verlo", dijeron.

Una de las tantas descripciones indicaba que sería de origen boliviano y que, por lo general, transitaba lejos de la ruta (unos cuantos metros hacia adentro), evitando vehículos y presencia humana.

"Agua y azúcar, era todo lo que nos pidió", comentó un vecino de Allen que el fin de semana estuvo en uno de los puestos rurales y pudo acercarse a él. Lo veía sumamente extenuado.

El encuentro:

"Río Negro" lo encontró 20 kilómetros antes de llegar a Tricaco. La pequeña figura emergió de improviso entre los arbustos.

Sentado, con un ejército de hormigas negras recorriendo su cuerpo, y con la bolsa de nylon como única mochila (en la que guarda una frazada) apareció este hombre. A nuestras preguntas, balbucea términos inentendibles, salvo algunos que podrían revelar su origen: "La Paz"... palabras que de todas maneras mezcló con "...y el espíritu santo". Su tonada lo delataba boliviano. Parece estar marcado por la religiosidad, y se persigna frecuentemente.

No quiso (o no supo) dar a conocer su nombre ni la ciudad de la que había partido. Tampoco desde hace cuánto tiempo se encontraba en el camino.

En medio de palabras que parecían carecer de sentido, proclamó su objetivo: llegar hasta el sur. "Caminar y caminar". El sentido de su vida.

Algunos que lo han visto pasar dicen que está tras los pasos de una hija que vive en Ushuaia, pero fue nada claro a la hora de ponerle palabras a su propia historia.

Daba la impresión de que no le interesaba mucho compartirla con extraños.

Se alimenta de arbustos, pequeños animales y hasta hormigas. La comida y el agua las recoge en los puestos rurales para intentar sobrevivir hacia su destino austral, relató otro de los vecinos que había podido contactarlo.

Con poca dentadura, y masticando continuamente pasto (¿a falta de hojas de coca?) este enigmático personaje agradeció "a Jesús que todo lo da", y luego siguió metido en su propio mundo.

Nadie en esos desérticos lares sabe si alcanzará su meta y cuándo. Sí se está convencido de que sus ropas -un desproporcionado pulover rojo que le llega casi a las rodillas, un sombrero con visera, pantalón y zapatillas sin medias- son un pobre aprovisionamiento para soportar las temperaturas que ya se insinúan bajo cero. Y el invierno aún no llegó.

Fuente: Diario "RIO NEGRO" 23 de abril de 2009

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tremendo. Conmovedor.
El centro es su obsesión, la periferia él mismo, su propio cuerpo, devastado, olvidado, confinado, usado, excluido de toda salvación.
Nancy

Anónimo dijo...

Hermano, ¡quítate las botas de campesino! No las pintaré, pero las lustraré para ti. Camina entero. La estepa no sabe de extranjeros sino de peregrinos yendo hacia más polvo y sed. Mismo polvo y sed para todos.

Somos peregrinos. Y el paisaje, la esperanza dibujada por nuestros pies al ritmo del andar.

Andrea