Jean - Jacques Wunenbuger

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EL JUEGO CÓSMICO
El imaginario constituye la envoltura inmaterial de imágenes que nos rodea,una suerte de segunda piel entre el YO y el mundo, cuyo epicentro desciende hasta las profundidades inconscientes del ser. Es por eso que las imágenes pueden perturbar nuestro vínculo con lo real, interponiéndose, en cierto modo, a la manera de una pantalla que filtra. Pero un filtro, así como puede deformar, sirve también para captar mejor, guiar, orientar, centrar. Y de hecho, el imaginario no nos encierra fatalmente en una subjetividad narcisista, no nos condena a estar engañados por ficciones, simulacros, fantasmas. No podría extenderse, como algunos lo han hecho en el pasado, a todas las producciones imaginativas, los abatimientos y los delirios propios de los estados patológicos. Por el contrario, el imaginario a través de la conducta mítica o de la ensoñación despierta, por ejemplo, puede jugar el rol de médium innegable para enlazar el sujeto con el mundo, para asegurar un pasaje entre el sujeto y el cosmos. La imaginación, en este sentido, por el juego interno de las imágenes, nos arranca de la rigidez, de la fijeza, de la unilateralidad de nuestro punto de vista sobre lo real, de nuestro medio de vida, para abrirnos sobre la totalidad de la naturaleza, de sus formas, de su historia y de sus paisajes, de sus configuraciones secretas. Dicho de otro modo, la imagen nos enlaza con el mundo, nos proporciona de éste un conocimiento originario y, por tanto, nos ayuda a instalarnos en él, a destacar en él lugares, a entrar en resonancia con él. En suma, la potencia mítica u onírica del imaginario nos conduce de manera forzada a irrealizar el mundo, permite también sobrecargarlo de formas y de sentidos, de conferirle una suerte de surrealidad, llena de una felicidad de "estar en el mundo". Esta connivencia entre la imaginación y el mundo permite pensar igualmente que las imágenes quizá no sean meras producciones de la subjetividad personal, sino que ya están latentes en la naturaleza. En ese caso, el imaginario podría ser comparado con una superficie de doble cara, una orientada hacia la vida psicológica, la otra hacia la cósmica. Nuestras imágenes, tal vez, serían también imágenes del mundo, lo que explicaría que tengan la capacidad de instaurar una simpatía entre el hombre y las cosas. La dimensión cósmica de la imaginación, es decir, la connivencia entre imágenes interiores y exteriores, entre representaciones psíquicas y formas naturales, es un tema familiar a todas las aproximaciones filosóficas preocupadas por dar cuenta de la imaginación activa ( Renacimiento, iluminismo del siglo 18, romanticismo alemán). En nuestros días, la obra de Roger Caillois se presenta como una de las pocas tentativas por resolver imaginación y naturaleza, por poner en evidencia la unidad genética del juego de imágenes y del juego de la vida, por que ellos dos gravitan, de manera "oblicua", en torno del mismo " juego de formas". ¿Cómo se ha desarrollado esta concepción de un juego de formas internas y externas? ¿ Cómo permite volver a naturalizar la imagen y volver a imaginar la naturaleza? ¿ En qué medida el pensamiento de Caillois pude ayudarnos a rehabilitar el lugar y la función de las imágenes en el conjunto de nuestras actividades mentales, sean éstas poéticas o científicas?
J.J. Wunenburger - La vida de las imágenes

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