[...]Quiero recordar, para ir terminando, que entre los incontables bienes que nos legó Aristóteles figura esta evocación, compuesta, al parecer, en su juventud: "Dicen que cuando le preguntaron a Anaxágoras por qué se debe preferir el nacer y el vivir al no nacer, respondió la pregunta así: Por ver los cielos y las cosas que hay en ellos, las estrellas, la luna y el sol y el orden todo del universo". En términos menos inspirados, lo que subraya el filósofo es que el hombre y sólo él, hasta donde sabemos, tiene ocasión de ensanchar, y por lo tanto de enriquecer, la percepción del misterio que él mismo encarna mediante la observación de ese otro misterio -el celestial-, que lo circunda y en el que está inmerso.
Por último, y más cerca en el tiempo de nosotros, está lo que decía Saint-John Perse. Ese poeta mayor de la lengua francesa, consideraba que la ciencia y la poesía eran "dos hermanas ciegas de nacimiento" lanzadas a explorar, cada una con su propio instrumental, dos oscuridades convergentes: la de la noche cósmica y la del alma humana.
Santiago Kovadloff
(columna publicada en el diario La Nación 30-01-09)
1 comentario:
Mirta, tan cerca y tan íntima, así como el principio de incertidumbre: podemos conocer la velocidad del misterio pero, no su posición, las dos a la vez no se puede. A veces la ciencia es más poética que la poesía y a veces es al contrario y la única manera de ser testigos es teniendo vida y como García Márquez, "Vivir para contarlo".
La reflexio del señor Santiago nos anima a tener un buen fin de semana.
Un abrazo con una pera en la mano.
Sergio Astorga
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