Tiempo del Hombre - Atahualpa Yupanqui

|
TIEMPO DEL HOMBRE La partícula cósmica que navega en mi sangre es un mundo infinito de fuerzas siderales. Vino a mí tras un largo camino de milenios cuando, tal vez, fui arena para los pies del aire. Luego fui la madera. Raíz desesperada. Hundida en el silencio de un desierto sin agua. Después fui caracol quién sabe dónde. Y los mares me dieron su primera palabra. Después la forma humana desplegó sobre el mundo la universal bandera del músculo y la lágrima. Y creció la blasfemia sobre la vieja tierra. Y el azafrán, y el tilo, la copla y la plegaria. Entonces vine a América para nacer en Hombre. Y en mí junté la pampa, la selva y la montaña. Si un abuelo llanero galopó hasta mi cuna, otro me dijo historias en su flauta de caña. Yo no estudio las cosas ni pretendo entenderlas. Las reconozco, es cierto, pues antes viví en ellas. Converso con las hojas en medio de los montes y me dan sus mensajes las raíces secretas. Y así voy por el mundo, sin edad ni destino. Al amparo de un Cosmos que camina conmigo. Amo la luz, y el río, y el silencio, y la estrella. Y florezco en guitarras porque fui la madera (*) (*) Extraído de El canto del viento, Ediciones Siglo XX, Bs.As.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermoso, Mirta!!!
Andrea