Prólogo a un silencio mayor -SANTIAGO KOVADLOFF

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¿Puede una meditación del silencio ser, en sí misma, silenciosa? El semblante explicable del silencio no me interesa. Corresponde al silencio entendido como enmascaramiento, envoltorio en última instancia desechable de un significado posible. No estamos con él ante lo silencioso sino ante lo silenciado. Ocultamiento o negación de lo que, al fin de cuentas, se podría llegar a explicar; la mentira, el delito, lo no sabido, lo tácito, lo que subyase en la simulación y, aun, lo que quizá con demasiada ligereza puede llamarse inconsciente. Yo no deseo hablar de lo que, acallado, podría ser dicho alguna vez.No es un encierro el silencio que me atrae: no aprisiona otra realidad. Deseo, en cambio hablar del silencio que no cumple la función de un maquillaje y que, como tal, no encuentra ni puede encontrar equivalencia en la palabra. Quiero, en suma, hablar de un fondo irreductible. ¿Cómo hacerlo? ¿cómo hablar de lo que no puede ser designado? Lo indesignable puede, empero, ser reconocido.EL contacto con lo inconcebible impone, a quien lo examine, una figura sobresaliente: la del protagonista...(continuará)

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